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Necesitaba un trago, un maldito trago, con toda esa gente siguiendome o con cualquiera que pudiera identificarme como el supuesto asesino de Park Jimin y así gritarme insultos, nadie podría soportarlo estando sobrio. Conduje hasta el típico bar al que siempre iba debes en cuando con Taemin, cuando él no tenía trabajo y yo no estaba tan atolondrado por querer estar entre las sábanas con Mini.

Pero eso no podía volver a suceder.

Entré al bar, bajé la capucha de la cabeza y me senté en la barra aún sintiendo la furia recorrer todo mi cuerpo, y ya estaba harto, harto de ser yo el perseguido, de que no crean en mi inocencia ni mucho menos en el dolor que tengo por haber perdido a la persona que más amaba ¿Cómo alguien tan enamorado así podía matarlo, quién? Lo cierto es que, cada vez la gente me convence de lo contrario.

—¿No tienes trabajo?— me preguntó el hombre que sirve los tragos.

—Pues sí, pero parece que a la gente le incomoda el que su Dj sea acusado de homicidio, así que me adelantaron las vacaciones. —bajé el cierre de la chamarra, comenzaba hacer demasiado calor o tal vez era la propia ira que constantemente tenía. —Debería irme a otro antro.

—Y a otro bar, no te ofendas.

—¿Qué, por qué? —No podía ser cierto...

—Bueno, incómodas a mis hombres.

Volteo a ver a los hombres y ellos podían incomodar a cualquier con tan solo verlos, es decir, se ven rudos y los tatuajes lo acentúan más, barbones, con más pinta de matones que otra cosa. — ¡Ellos dan más miedo que yo!

Hizo una mueca — Las cosas son así.

—Listo, lárgate, vele a servir más tragos a la mesa de por allá. No debes de negarle un trago a nadie, en especial a Yoongi. — Hwasa como siempre defendiendome de todos, no sé si es porque crea en mí o por la lealtad que nos tenemos debido a que en algún momento fuimos muy cercanos.

Cuando éramos niños, ella se veía mucho más sana, aunque demasiado lejos de ser una niña buena. En aquel entonces llevaba su pelo rubio a los hombros y ahora lo ha cambiado a negro ondulado y largo, le sienta bien, aún más con su cuerpo bastante lindo, siempre ha tenido una hermosa figura desde niña. Pero los tatuajes y los percings en exageración apañan su belleza natural.

—Hwasa, te agradezco y lamento que siempre me tengas que estar defendiendo de la gente— puso el tequilero en mis manos y me sirvió dándome una sonrisa.

—No te preocupes, no hay que negarle a nadie un buen trago de alcohol. — dejó la botella a un lado y sutilmente con la sensualidad que le caracteriza, tomó mis manos entre las suyas dejando caricias —a lo mejor y te apetece ir a tomar unos tragos en un lugar solitario, si te interesa salgo a las cinco.

Di un sonrisa, casi una simulación de ella, suavemente retiré mis manos y agarré el vaso dándole hasta el fondo. —Hoy prefiero tomar solo, gracias de todos modos.

Tomé al rededor de unos quince vasos, necesitaba mejor una botella, la compré y salí de ahí a conducir al lugar que más feliz me hizo y en dónde más miserable me siento.

Era en el bosque, de niño había descubierto una pequeña casa del árbol, bastante grande y de madera dura, así que ese era mi escondite porque nadie lo sabía más que yo, cuando conocí a Jimin eventualmente se convirtió en nuestro y entonces ya era una casa del árbol la cual guardaba muchos recuerdos, en donde fue testigo del tanto amor que nos teníamos.

La noche llegó y escuché los murmullos de la gente que llegaba, me asomé a ver y como pude me sostuve, me sentía alcoholizado. Había mucha gente con velas, estaba el papá de Jimin, las personas lloraban y solamente él mantenía su cabeza agachada mirando en su mano lo que parecía ser una foto de Jimin. Lo único que hice fue darle un gran sorbo a mi botella.

Liibera tus demonios «Yoonmin»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora