Prólogo

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—Todo está listo, tal y como querías, no tendrás que preocuparte jamás por un mensaje mío, o una llamada, no me verás jamás en tu vida. —su tono era frío, pero podía percibir su dolor en aquellas palabras.

—Perfecto, al fin me liberó de ti, de tus problemas, de tus demonios, de tus estúpido acosamiento, no hay marcha atrás esta vez. —contesto de la manera más fría y cortante que puedo, pero por dentro me estoy quebrando.

El se marcha en dirección contraria a la mía, y va desapareciendo entre la multitud, lo que él no sabe es que se lleva la mitad de mi alma y mi corazón con él, siento como mi cuerpo se llena de dolor y me inunda una profunda tristeza indescriptible, duele como el infierno, pero era lo mejor para ambos, o al menos trato de convencerme de ello.

Llena de lágrimas camino sin rumbo entre toda la gente, golpeó a algunas de ellas sin darme cuenta, pero ahora mismo no puedo tener la mente clara con todo lo ocurrido, que triste es darte cuenta que aquella persona a la que creías tu alma gemela, no es lo que creías y que por más bonito que lo quieras pintar el nunca cambiará, él siempre será >>ÉL<<.

Duele demasiado, pero cada paso que doy me siento más segura de mi decisión, sé que tardaré tiempo en sanar pero no imposible, soy de las personas que siempre que se cae encuentra la manera de brillar de nuevo y con más intensidad y me he prometido a mi misma que está vez no será la excepción.

No tengo palabras para describir lo que teníamos él y yo, por qué ni yo misma lo se, pero era de esos amores en los que te consumes por completo, en dónde el tiempo no pasaba, era esa clase de amor donde te quemas y disfrutas ser quemada, algo destructivo, y placentero, pero era feliz dentro de ese pequeño tornado de problemas, hasta que me di cuenta que merecía algo mejor, en qué me tenía que aprender a amar a mi misma antes de amar a otra persona, me di cuenta que tenía que salir de ese hoyo de oscuridad al que estaba destinada a ahogarme, tengo que ser fuerte y salir adelante.

"Estarás bien" lo repetía en mi cabeza una y mil veces para yo  creerlo, para darme ánimo, para ser mi propio aliento.

Ese fue el ultimo dia que vi a aquel chico de ojos avellanados, eran simplemente bellos, pero más que hermosos guardaban una oscuridad dentro de él  que nunca pude notar.

Terminar una relación no solo es doloroso por el hecho de que es muy probable que nunca vuelvas a amar de la forma en que lo hiciste o siquiera volver a amar y perder a esa persona mientras se desvanece en los rincones de la vida, sino también porque uno se acostumbra a las pequeñas cosas que te marcan de esa persona, como la forma de caminar cuando lo ves alejarse después de una cita, el como se ríe de algo a lo que no estabas prestando atención porque lo estabas admirando a él, te acostumbras a que sean solo los dos contra el mundo, pero cuando tienes que dejarlo ir te das cuenta que juntos eran una fortaleza y ahora estás solo y ya no puedes defenderte y tienes que enfrentarte al mundo, quieras o no, porque el mundo se enfrentará a ti en algún momento y es en ese momento cuando desearías que esa persona estuviera allí, contigo, para hacerle frente a esa montaña de cosas con la que no quieres lidiar, pero ya no es posible porque te diste cuenta que el luchar juntos contra el mundo ya no funcionaba, simplemente tenían que separarse ya que no podían coordinarse y terminaban haciéndose daño cuando no debían, o no querían.  Y sabes que esta mal el querer volver a tenerle a tu lado, ya que sería egoísta porque no sabes si ya te superó y encontró a otra persona para luchar contra el mundo y entonces es ahí cuando te das cuenta que ya nada volverá a ser como tenían y querían que fuera, te das cuenta que solo tienes que ir botando a la basura los bosquejos de los sueños que fueron creando durante el tiempo y es ese proceso el que duele más, duele el tener que limpiar el lugar donde los dos jugaban a ser dioses, deshaciéndote de los más hermosos recuerdos, pero aunque los botes una y mil veces nada impedirá que vuelvan a pasar por tu cabeza.


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