Capítulo 1

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Me sentía cansada y no me apetecía para nada estar en esta fiesta, aun, cuando yo fuera la imagen principal. Sin embargo, debía sonreír y mostrar un maquillaje perfecto, porque el cliente no tenía por qué enterarse que no me apetecía sonreír, y que al contrario de eso solo tuviera ganas de despojarte de mis tacones, desaparecer el maquillaje de mi rostro y meterme entre suaves sábanas a dormir como un bebé.

Yo elegí esto y, ¿qué me quedaba? Pues aguantar mi nueva faceta de: un año atrás, una simple pueblerina a diva de la moda en París.

Hacía un año desde que dejé el pueblo donde nací, mi familia, amigos y mi vida allí porque quería, ¿cómo lo diría? desintoxicarme del hombre que amaba y para mi desgracia no podía tener por más que me arrastrara ante él.

Sonaba hasta patético y ridículo, pensé mientras me llevaba la copa a los labios, tomando un gran trago de champagne.

Yo, Morgana Carrie jamás se arrastró ante un hombre, al contrario; eran ellos los que se arrastraban ante mí, era yo quien me los quitaba de encima, era yo quien los seducía por el simple deseo de verlos arrastrándose ante mi belleza, era algo que me encantaba, que me hacía sentir poderosa, sin embargo, me arrastré tanto ante Adam Summer. Hice de todo para que volviera a ser mío, acepté sus insultos, sus miradas de asco hacia mi persona; miradas que me dolían como la misma mierda, y nada de eso lo devolvió a mis brazos.

Nunca fui el mejor ser humano del mundo, lo admito. Fui muy cruel en una época de mi vida y no era algo por lo que me sentía precisamente orgullosa en ese momento, pero estaba haciendo todo para cambiar aquella Morgana que se sentía con el derecho de humillar y burlarse de aquellos a los cuales creía inferiores a mí. Cara Williams, fue una prueba de ello.

Ironías de la vida, pensé.

En nuestra época de adolescentes yo era la perra que se burlaba de la pobre niña gordita y fea, me creía por encima de ella y de cualquiera, sin embargo, esa misma chica años más tarde me quitó al hombre que amaba con toda mi alma, a mi Adam.

La vida me demostró cuán perra podía ser a veces el karma.

Si a alguien amé realmente en mi vida ese fue a Adam, a mi manera daba la vida por él. El hombre que me dejó grabado en la piel los tres mejores años de mi vida, hasta que algo lo arruinó. Una noche, unos tragos de más y un Archie aprovechándose de mi estado de embriaguez.

En mis cinco sentidos nunca hubiera traicionando a Adam, aunque así no pareciera y me negaba a darle hijos porque los niños no me gustaban en lo absoluto, yo le amaba... Aun así, iba a ser una perra honesta, Archie como hombre me gustaba, era muy atractivo y era imposible que una mujer no sintiera cierta atracción por él, pero Adam era el amor de mi vida y por más que esté me gustara nunca pensé en tener algo con él, además, él era el mejor amigo de mi novio y futuro esposo, lo cual tristemente nunca ocurrió y otra terminó siendo su esposa y no yo, por una promesa claro, pero ambos eran felices. Había sentido cierta envidia la última vez que vi a Adam, sus ojos eran lo que más recordaba porque jamás vi un brillo ni siquiera semejante en ellos en los tres años que fuimos novios. Más de una vez, luego de que cortamos, me dijo que nunca me amó y que con ella, su esposa por una ridícula promesa a un viejo moribundo, si había descubierto el amor verdadero, y aunque me negué a creerlo, convenciéndome de que me lo decía para herirme por mi traición, sabía que él no metía.

Adam nunca me amó realmente y me dolió saber aquello porque yo si lo amé... creo.

La noche en que todo acabó entre los dos fue porque bebí demás en aquella fiesta de mi amiga Raquel, una maldita borrachera de mierda y un poco de droga. Sí, años atrás me drogaba, pero actualmente estaba limpia de esa porquería.

Es Para Siempre ( Saga Amores Inevitables #1.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora