VII

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La miro, te miro y mírate, como la miras, como observas cuando sonríe porque le digo algo nuestro. Te he visto mirarla, ojalá ser ella, ojalá aguantarte yo contra una pared y ojalá curar esas heridas. Hablaste con alguna persona, que te asegura que no va a haber nadie como yo, pero está ella, que es mejor, y lo sabes, y por eso la miras tanto mientras soy yo la que te mira con la sonrisa de tonta. Si me alejara te dolería, pero te quemaría el triple perderla a ella, y a su sonrisa, esa que ella odia, a su metro sesenta que según ella, ojalá fuera algo más, y a esa nariz torcida que apuesto a que te encanta, mientras ella desea la mía, y tú la deseas a ella. Ella toma distancia, tú te acercas, yo me alejo, me piden que lo haga, espero que no sea a ella a la que te acerques y que ella no tome distancia de mí. Aumenta mi inseguridad cada vez que giras la cabeza hacia ella. Aumenta su intranquilidad cada vez que ve como cambia mi cara. Y aumentan tus ganas de estar con ella cada vez que la ves con otro. Este triángulo duele, quema y quiebra, causa graves daños cada vez que lo recuerdo, como si de un huracan se tratase. Confío en ella, en que confies en mí y en poder hacerlo yo también.

Dulce Introducción Al CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora