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La Universidad Nacional de Seúl y el Colegio Dwight están demasiado cerca. Ambos fueron fundados por la misma persona, y esta persona decidió dejar ambas instituciones en el mismo campus.

En el Colegio Dwight hay un chico muy hermoso de pequeños ojos y cabello rubio, quien cursa la preparatoria este año.

Nathan es nuevo en el colegio y no conoce a nadie más que a su primo Jason que es universitario, pero los universitarios es tan hasta el otro lado del campus, así que no cuenta.
Nervioso se pasea por los pasillos de su nueva institución mientras busca con la mirada el casillero 243P.
Después de encontrarlo, decide guardar varios libros y dejar en su mochila solamente los que usaría hoy. Las vacaciones de verano habían terminado y desde ahí los padres de Nathan habían decidido cambiarlo para que estuviese más cerca de su primo.

Ser el nuevo no es algo bonito.
Su atención se desvió de sus libros cuando escuchó el cuchicheo de varias chicas a unos metros. Frunció el ceño creyendo que lo hacían por él, pero se suavizó cuando vio que no era así.

Se giró sobre si para ver al resto, de pronto todo estaba en silencio.
Unos pasos retumbaron sobre el pasillo llamándole la atención, desvió su mirada hacia donde se escuchaba el ruido.
Y ahí mismo se quedó sin aliento.

Con pasos lentos y largos venía un hermoso chico, sin siquiera mirar de reojo a las personas que lo observaban, sin siquiera dirigir una sonrisa a las chicas que suspiraban por el cuando pasaba cerca de ellas.
Su cabello era una melena rubia demasiado atrayente, sus piernas eran la perdición en carne y hueso y su hermoso aspecto era para catalogar al chico como la maravilla del mundo.

Nathan sintió su boca secarse francamente sintiéndose atraído hacia el pequeño. Se hizo a un lado dándole espacio para pasar, aún si en realidad no tenía que hacerlo, pero era lo que todos hacían así que decidió imitarlos.
Su pulso dio una revocada cuando vio que el chico se dirigía a su casillero, justo a lado del de Nathan.

Pudo ver de perfil tan cercanamente y si no tuviera la mandíbula pegada a sus pómulos, seguro se le hubiera caído.
El chico no era alto, a decir verdad era más bajo que Nathan, pero tenía unas pestañas perfectamente largas y dobladas hacia arriba y unos ojos tan malditamente perfectos, tan hermosos que no pueden ser comparados con algo en este perdido mundo.

El chico ni siquiera se molestó en verlo, ni en regalarle una sonrisa, sólo tomó sus libros del casillero y decidió irse. Nathan aún seguía en un estado estático, ni siquiera se fijó cuando el chico se alejó del pasillo y subió las escaleras hacia el segundo piso.

Luego inició el bullicio de nuevo, como si nada hubiese pasado, como si nunca hubiera pasado aquel atractivo hombre.
Nathan se acercó a un grupito que murmuraba entre sí.

-¿Quién era el?- preguntó y llamó la atención del pequeño círculo. Un chico moreno le contestó.

-¿El que acaba de pasar?- preguntó y Nathan asintió. -es Park Jimin, amigo.

Lindo nombre. -¿Y por que todos se callaron? ¿es popular? ¿le tienen miedo?- el grupito río ante la última pregunta.

-Él no da miedo- habló una chica pelirroja. -Es demasiado hermoso como para huir de el.

Nathan cada vez entendía menos.

-Su novio causa miedo.

-¿No... Novio? ¿Tiene novio?- el grupito río de nuevo.

-¿Qué? ¿no crees que es demasiado hermoso para que no tuviera novio?- preguntó sarcástica otra chica. Nathan asintió. -Entonces no te sorprendas.

-Solamente no te acerques a el.- habló de nuevo el moreno poniéndole una mano sobre su hombro.

-¿Por qué?

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