alquimi(st)a

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la noche acecha y los colores se extinguen. es el turno de toby de mostrarse, de buscar pelea. está nervioso, como siempre, armado con sus hachas y vete tú a saber qué tipo de instinto. la audacia de tantos años al servicio le provocan cortes en los labios ya rotos.

el bozal que cubre su boca tiende a asfixiarle, y no por lo apretado, sino por la sensación de amargura que le llega a los labios. sangre metálica y lo demás para acordarse, que ya no distingue (qué es real y qué no).

en eso, tim le sigue a pocos pasos, cigarrillo en la boca que se curva en una sonrisa. jugaron piedra, papel o tijeras para ver quién saldría esa noche y quiénes jugarían al servicio secreto. en esa tertulia, el artista sería rogers.

los demás habían estado de acuerdo, de cualquier manera. brian se había levantado con ganas de desaparecer un rato, por lo que tim le seguía de cerca, divertido por su papel.

el verle consumir el cigarrillo, sin embargo, era lo que le conmocionaba. dura sensación esa, la de sentirse nicotina. adicción peligrosa era toby, y aun así se sentía tan fuera de lugar entre esa multitud. entre las chicas. entre los chicos. con brian.

pero williams no estaba ahí, no donde pudiese verle. el hecho le ayudaba a respirar.

respira, respira y en un par de minutos ya tiene los antebrazos manchados de rojo y apesta a lágrimas baratas. los ojos le escocéan, las mejillas le arden y tiene las manos congeladas, y eso que es apenas otoño.

siente que algo se le muere mientras mira y no ve. no ve las lágrimas, o los cortes, o el rojo y el negro que dibujan una sonrisa en sus labios entumecidos. él solo ve sus manos rasguñadas que tiemblan sin parar y se distrae por lo que parecen horas.

piensa en casa, en el calor del hogar, en un terreno muy lejos de allí, lejos del bosque, de tim y de brian. lejos de las hachas y las cenizas que no le dejan. lejos, lejos, muy lejos.

sin embargo, el golpe en la espalda le devuelve a la (no) vida y de pronto está en el suelo, dando tumbos bajo patadas y puñetazos que no llega a sentir del todo.

no siente la sangre que le baja por el cuello ni las manos que le sujetan. no siente nada (que es igual a algo), y de pronto lo oye. oye el disparo pero no sabe de dónde viene. el disparo cuya bala rasga el aire y se aloja en el pecho de uno. la segunda es más veloz que la primera, certera y arriba, al cráneo. toby les ve caer y es entonces cuando nota el punto rojo en el asfalto.

toby bufa ante el asalto y mira arriba, al segundo piso de un edificio a una o dos calles. con la carcajada atascada en la garganta, agita la mano por encima de su cabeza. no tarda demasiado en ver la mano en lo alto de brian, que le sonríe aunque no le vea.

segundos después, su radio hace un leve click y la voz del mexicano inunda su oído derecho.

"¿tu mami nunca te enseñó a no hacerle señas a los francotiradores?"

sonríe, la herida de la mejilla visible al quitarse el bozal. "mi madre me advirtió sobre los gilipollas, no sobre los comunistas armados." risa de niño a la par que añade, gracioso. "¿te van los retos, andrade?"

la línea se queda en silencio hasta que la carcajada de tim lo inunda todo y toby quiere golpearle porque no movió un músculo para ayudarle. "le llamaste por el apellido de su madre", y se regocija en el hecho de que le ha ganado veinte dólares a jeff por haberlo descubierto sin preguntarle a tim.

brian no responde, al principio, pero la bala que roza una de las mangas de toby le ponen en aviso. "ahora bien", se le escucha. "¿a eso jugamos, rogers?" otro disparo y toby se pone a cubierta, las hachas en sus manos. "salta, erin, y veamos qué tal te va", otro disparo y toby comienza a ponerse nervioso cuando un cuarto corta la camiseta a la altura de la cadera. brian sabe que usa ropa holgada. el infeliz simplemente se está divirtiendo.

no puede evitar regalarle una sonrisa con sorna por el intento.

en la distancia, tim frunce el entrecejo mientras sigue con la mirada los movimientos de tobias. su voz resuena en el radio y toby jura ser capaz de escuchar la sonrisa en sus labios. "porque no eres tú quien limpia después", y toby le encara apenas llega a su lado y escucha con graciosa atención el suspiro que brian les deja oir del otro lado.

no pasa demasiado tiempo antes de que le vean en la distancia, caminando como si fuese un paseo de todos los días con su heckler & koch MSG90 al hombro. sabían que en ese punto el rifle no contaría con munición alguna. conocían sus cartuchos y era de conocimiento público que cargaba unos winchester en el bolsillo. nunca le habían pedido una demostración, sin embargo.

tim le regaló una sonrisa y soltó el humo del cigarrillo sobre su rostro apenas estuvo frente a ellos, pañuelo al cuello. él mismo le había sugerido usarlos cuando le encontró en la cocina del hogar que compartían temporalmente, enseñando con paciencia a toby y jeff a hacer una versión mejorada del cóctel molotov. desde entonces los usaba sin asco cuando cazaba.

el de esa noche era gris con un entramado blanco de idas y vueltas que parecía una mandala. sugerirlo sería decir que a toby le importaba, pero se lo había obsequiado un día, de pasada, al mejor plan venga, tómalo, que me lo he encontrado y eres el único aquí que los usa; mucho mariconeo para él, en fin, pero brian lo había aceptado con una sonrisa.

esa sonrisa, sin embargo, no estaba. demasiada mueca para un rostro tan amable. dónde se fue tu sonrisa, brian. qué tanto cazas que no te deja dormir.

acomoda el rifle en su bolsa antes de seguir su camino, mirandoles con cierta gracia. los cuerpos a sus pies, las orquídeas en los ojos y tim que, divertido, extingue el cigarrillo.

son las dos de la mañana ya y los tres caminan por la acera, con el frío calando los huesos y tobias, que no lo siente. el pecho le quema mientras respira, pero hace rato que notó que no era algo físico. la pena es anímica, se dice, y a pesar de que camina entre ambos, no sabe lidiar con ella.

clarividente • proxys 🍃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora