el mundo ha cambiado y de pronto las palabras son nada más que recuerdos. recuerdos malos, sobre todo. solemnes. almanaques (ca)idos y tu puño en mi pecho.
el mundo ha cambiado (para mal) y brian se ha destrozado (para lo mismo). brian, brian y el nombre que no recuerda.
su apellido no es importante. no es como que recuerde a su padre, de cualquier forma. nunca le gustaron sus hábitos de niño roto o sus uñas romas contra las paredes del cuarto, ni las botellas de fin se semana o las orquídeas en la ventana.
aunque puede que extrañe las orquídeas, pero solo porque brillaban en sábado y morían al caer el sol. sol que se le escapa y las miradas apaciguadas de toby que no le alcanzan.
a toby no le disgusta brian, pero la ecuación tim más brian le abruma. tal vez sean los celos o las penurias de animalito, pero toby no ve las orquídeas en las muñecas de brian como tim no ve la sangre en los labios de toby, y el círculo se renueva los viernes en la noche en que salen a beber y no hay coche que les lleve a casa.
entonces, caminan.
tim con la nicotina en el sistema, los nervios de toby a flor de piel y la bufanda de brian sobre la boca, que escocéa.
y van y de pronto todo comienza de nuevo. qué importa si realmente uno u otro no lo quería, o si destrozaba la vida, o si el niño llora y los demás se preguntan que de qué va la querella; al fin y al cabo están, ahí, con el rojo cubriendo el asfalto y las orquídeas y las lágrimas y el cigarro que no llegó a consumir.
entonces, uno (brian) le da una colleja a otro (tim) por pasarse con el crío (toby), al cual le importa bien poco en realidad; y todo vuelve a empezar, la cerveza vuelve a girar y el acento de brian se le escapa y murmura, bajito, vamos a casa, en un español tan triste que el rocío es el llanto de la mañana que nunca llega para toby, que le mira, y tim, que no espera.
dicen que los niños malos nacen para morir, le murmura el mexicano, pero nosotros destrozaremos el mundo. y toby solo asiente porque por lo bajo, muy en lo profundo, brian no le desagrada. en realidad, le gusta, pero de nuevo los celos están ahí y brian ladra una carcajada que le lleva bien puesto al coche al otro lado de la calle.
y ahí va tim, sonrisa de tiburón tirando los labios que se pegan a toby como si no fuese viernes en la noche y le arrastra al ford mustang que brian pidió prestado en el bar hace poco más de veinte minutos.
entonces la noche sigue y tim se pregunta, que si bien no es seguido, bien podrían seguir haciéndolo. ir de aquí a allá e ignorar el hecho de que entre los tres nadan los secretos. que de ellos no sabe nada. nada de nada. ir y salir y pasarla bien ignorando que el mexicano es un maldito mercenario y que toby lleva un paquete de cerillos en el bolsillo. simplemente ignorar que la máscara la lleva en la guantera y tomar unas cervezas y follar y llevarse el mundo por delante (que para algo están las armas y las palabras como balas)
entonces, para su sorpresa, toby se encarama a la ventana y dice que sí, que tiene ganas de matar algo, y brian no aparta los ojos de la carretera pero vaya que sonríe, poco buscapleitos el niño, y tim le da una calada al cigarro y baja la ventanilla en pleno invierno para regalarles una patada en el culo. pero sonríe.
porque puede que el mundo haya cambiado, pero ninguno quiere seguirle la corriente.
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clarividente • proxys 🍃
Romanceel fuego que quema y mis manos que no te alcanzan ▪ minúsculas a propósito