Capítulo 5: Matando zombies

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NATHANIEL

Estaba orgulloso de mi desempeño durante las últimas dos semanas. Las tutorías que logré organizar fueron un éxito y aunque se esperaba mayor participación por parte de los alumnos, las encuestas nos dijeron que había sido una buena experiencia.

Cuando cumplí con la semana de castigos igualmente me sentí muy bien, no solamente porque ya no tendría que hacerlas, esperaba yo, por lo que me quedaba de tiempo en el instituto. Sino porque algo bueno había pasado de todo esto, a pesar de que en un inicio me incomodaba que Rosalya y Lysandro quisieran integrarme a su grupo con Castiel, cada día se volvía más natural. Ambos eran muy divertidos y amables, pero tiempo atrás no podía imaginarme convivir con ellos a causa de mi relación con su amigo el rockero pelirrojo. Sin embargo, desde que nos tolerábamos todo era más sencillo. Eso sí, ellos dos estaban empeñados en hacer que conviviéramos más y conversáramos, pero cada intento parecía inútil.

A parte de eso, había sido el primero en todos mis exámenes y muchos profesores mandaban sus felicitaciones por escrito o cara a cara. Me llenaba de mucha satisfacción y paz en mi interior que, aunque yo sabía que no duraría mucho tiempo era seguro que lo disfrutaría, sin importarme a quien le parecía suficiente.

- Felicidades cariño – decía mi madre al darme un gran abrazo después de ver las calificaciones. – Yo sabía que tú podías con todo.

- No puedo aceptar más que la excelencia muchacho. – mi padre estaba sentado en la sala leyendo el periódico. Él solamente escuchaba todo lo que le contaba a mi madre y al final daba su opinión no siempre satisfecha.

- ¿Han sabido cómo le fue a Amber? – la pregunta la hacía con toda la intención de callarle la boca a mi padre sutilmente. Todos en esta casa sabíamos que nunca le iba bien, y aunque tampoco reprobaba sus materias, estaba seguro que mi padre estaba consciente de que esa no era la excelencia que supuestamente exigía por igual.

Sus ojos se dirigieron del papel que sostenía con sus manos hacía mí. Serios y fríos, invitándome a que intentará desafiarlo una vez más y no se quedaría en una simple batalla de miradas. Al parecer capto mi mensaje.

- ¿Por qué no me ayudas a preparar la cena? – la mujer entre nosotros igualmente debió captarlo pues trato de alivianar un poco la tensión que se podía sentir.

Muy pocas veces me atrevía a desafiar a mi padre y provocarlo, pero de vez en cuando, cuando me sentía de buen humor y seguro de mí mismo, lanzaba pequeñas indirectas que me hacían sentir mejor. Claro, no ocurría a menudo.

- Por cierto, quería pedirles un favor. Quiero salir con unos amigos el siguiente fin de semana.

- ¿Amigos? – preguntó mi padre. - ¿O te refieres a Melody?

A ella la conocían bastante bien y había conseguido ganarse el afecto de mis padres, algo que ni yo lograba conseguir sobre todo por su educación, amabilidad y dedicación a los estudios. Nunca me veían con nadie más por lo que no los culpaba al sorprenderse que no fuera con ella esta vez.

- No, son otros chicos del instituto. Queríamos ir a cenar el sábado por la noche.

Hubo un silencio que parecía eterno y por un momento creí que no aceptarían, negándome el permiso para salir. Sin embargo la primera en romper el silencio fue mi madre al decir algo en voz alta, dando la impresión de que era más como una pregunta alias permiso para mi padre:

- Estaría bien, ¿cierto? No le veo nada de malo.

- Sólo no llegues tarde. – respondió el hombre, quien volvió a leer su periódico. – Y sobre todo no hagas nada que nos avergüence y te ponga en una mala posición.

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⏰ Última actualización: Jun 05, 2020 ⏰

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