CAPÍTULO 1: PAPELES DESORDENADOS

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(Narra Aitana)

Después de contárselo a Marta y que ella me regalase un abrazo sincero, nos montamos en su coche y me llevó hasta mi casa. Allí, después de miles de besos, abrazos y prometerme unas 100 veces que me acompañaría hasta el aeropuerto el día de mi marcha, que sería dentro de dos días, me dirigí a la puerta de mi casa, dos giros a la derecha y uno a la izquierda – y ¡abierta! – me apresuré en dejar la chaqueta y la carpeta sobre la mesa y respaldo de la silla. Fui a la cocina a prepararme un glorioso café, esta era mi rutina de cada tarde, para mí esto era lo más cerca que iba a estar del término "gloria".

No pasaron ni 10 minutos cuando volví a oír el ruido de la puerta al cerrar, mi padre se abalanzó sobre mí, me dio un beso en la frente y un abrazo, de aquellos que significa hogar. Rebajada la euforia, a la que él llama "orgullo de hija", comenzó a exclamar varias veces, de una manera que se asemejaba a un disco rayado, ¡que orgulloso estoy de ti, de verdad Aitana, sabía que lo conseguirías!. Después, un poco más relajado, prosiguió – no he dudado en ningún momento en decirte que sí, mamá ya está al corriente de todo, está muy orgullosa de ti.... Aunque si es cierto que le da un poco de miedo la idea de tenerte un mes fuera de casa, tan lejos de aquí, pero estamos seguros de que vas a poder sobrevivir sin nosotros.... Te echaremos de menos. ¿Aunque no deberías empezar a mirar entre los miles de paquetes que te vas a llevar a tu nueva aventura? Ya sabes que todo lo que no es ropa y objetos de uso prioritario están en el desván. – le interrumpí, "Si, ¡Papá a eso mismo iba! Pero has empezado a hablar y estabas tan entusiasmado que no quería interrumpirte..." – Hizo una mueca y exclamó: ¡Pues manos a la obra!

Salí disparada de la cocina dirección al desván, cuando vi la cantidad de cajas amontonadas hice una mueca de cansancio. Mientras mi padre iba apilando las que tenían mi nombre, hacia una lista en la esquina de aquella sala, la cual la había denominado "Cosas Indispensables Para Sobrevivir Un Mes De Trabajo Y Calor En Madrid", incluía Ropa, Calzado, Libretas, Libros, Accesorios de higiene y maquillaje, Mi amuleto de la suerte (Un peluchito súper mono de Stitch que me había regalado mi padre cuando solo tenía 7 años) ¡y muchas ganas de aprender! Eso era lo más indispensable.

Después de ducharme y ponerme por fin ropa cómoda, me dirigí al salón donde se encontraba mi padre, vi que tenía en la mano mi libreta con la lista, me miraba con el ceño fruncido, como queriendo decir algo de la manera más sutil posible, finalmente, comenzó a hablar – Y las partituras, la guitarra, tus composiciones... – exclamó – Aitana, no quiero que te olvides de la que de verdad es tu pasión, ¿Crees enserio que no me doy cuenta cuando vamos en el coche y suena cualquier canción la cara de tonta que pones? Ya sabes que nada es fácil, lucha por ello, aunque sea demasiado complicado. ¿No echas de menos la guitarra y escribir por las noches? – le interrumpí - es imposible, no voy a conseguir nada con eso! Es un sueño estúpido de una chica estúpida, la cual quedo ya atrás, ahora solo quiero centrarme en lo que realmente importa: mi carrera y las buenas calificaciones, que me ayudara a conseguir un trabajo y posteriormente una familia y estabilidad económica – ahora me interrumpió él – Aitana.... ¡No te vayas! ¡Sigamos hablando!

Cerré la puerta de un portazo, no quería seguir escuchando las palabras de mi padre, sé que el lo hacía con buenas intenciones, pero no podía ser, no después de lo que pasó ese día. Era imposible y él debería de empezar a aceptarlo, como yo lo hice en su momento. Esa noche ni salí a cenar, y después de estar un buen rato leyendo un libro me di cuenta de que el reloj marcaba ya las 03:00 de la madrugada.... ¡Mierda! – exclamé – No podía dormir así que me dirigí al desván a ordenar las cajas que mi padre y yo habíamos sacado horas antes, en una de ellas encontré las dichosas partituras, que tanto énfasis había puesto que me las llevara a Madrid mi padre. En un ataque de ira lancé la caja contra la pared, mientras gritaba ¡Son solo un par de papeles desordenados! ¡Solo son eso!

EL HILO ROJO (Aiteda) | MonMindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora