| Octavo latido |

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"Aquello que está destinado a suceder, siempre encontrará una forma única, mágica, maravillosa de manifestarse." Eso, al menos, fue lo que mi padre dijo.

Sentada a su lado mirando una cursi película de romance americano, recuerdo haber dicho que era muy gracioso ver como a pesar de todos esos malos momentos y de haber intentado alejarse del otro en un millón de ocasiones, los protagonistas al final se quedaban juntos.

Papá me había mirado y había dicho que era una niña muy inteligente. Luego me había hablado del destino.

"Conocerás todo tipo de personas, Tetsuya, algunos mejores que otros, algunos más importantes, otras más de presencia efímera. Todos estarán en tu vida por una razón. Todos marcarán tu vida de alguna manera. Incluso habrá quienes te rompan el corazón, pero no debes temer, Tetsuya.  Deja que te rompan el corazón. Tomará mucho más tiempo del que desearás repararlo, incluso podría dolerte más de lo que te imaginas, quizá seas incapaz de reconocerte cuando suceda. Pero pase lo que pase, no dejes de amar. Que siga ingresando y saliendo en ti el amor como un rio cauteloso. Porque incluso amando a las personas incorrectas aprendemos. Así que Ama, Tetsuya. Ama tanto como puedas. Se feliz. Enamórate."

Recuerdo haber mirado a mi padre llena de confusión. Él se había reído y pellizcado mi nariz antes de decir que llegaría el día en que sería capaz de entender sus palabras.

"Y espero que mis palabras no solo sean palabras que se olvidan. Ojalá que ellas traigan algo agradable a tu vida. Esos son, después de todo, todos los consejos que puedo darte antes de que el destino me aparte de tu vida."

Algún tiempo después llegue a pensar que quizá él lo sabía, incluso si era imposible saber qué sucedería. Mi padre siempre hablaba como si se despidiera poco a poco. "Pero es que no podemos tener la certeza de que estaré siempre contigo, Tetsuya."

Mi madre se reía, se reía con fuerzas, y le pedía entre risas que dejara de dramatizar su vida, que él no era una clase de paciente terminal. Mi padre se avergonzaba a causa de eso. Pero se divertía.

Y no. Él no era un paciente terminal. Era una persona sana, justa y necesaria. Pero el destino tenía planes distintos para él.

—Tal vez solo tienes que intentarlo, es decir, si ni siquiera tratas, será imposible para ti conocer los resultados. Y, sinceramente, me parece un poco cobarde no esforzarse siquiera un poco.

Akashi me mira con seriedad y seguridad. El viento sopla mientras nosotros recorremos el pasillo que une el edifico de terceros años con el de los clubes; su perfume llega a mi al igual que su voz serena envuelve cada pequeño fragmento de mi alma. Él nunca lo sabrá. Yo nunca se lo diré. Él cree que estamos hablando sobre el hecho de enfrentar nuevos retos, no sobre el primer amor, aún menos que hablo sobre él.

—¿Jamás has sentido miedo al enfrentarte a algo nuevo y desconocido? — indago, intento saber un poco más sobre él, sobre sus sentimientos.

Él me mira una fracción de segundo antes de volver su mirada al frente. Su mirada se vuelve serena de manera inconsciente y su mente parece perderse en un mundo exclusivo para él.

—También soy humano, Tetsuya — él dice y aunque espero agregue algo más, no agrega nada. Sus pasos flotantes dirigen el camino y yo me limito a seguirlo de cerca. Un paso atrás. Su mano derecha moviéndose al ritmo de sus pasos a solo diez centímetros de la mía. Si miro las sombras de nuestros cuerpos que se crean gracias a luz que entra por las ventanas, casi parece que estamos tomados de la mano. Es un pensamiento efímero que me llena de calidez. Luego se detiene.

Estamos caminando hacia el club de música, en realidad solo debería hacerlo él, pero cuando me armé de valor y decidí que podría entregar el bento que con mucho esfuerzo había preparado con ayuda de la abuela, lo encontré entre los pasillos aparentemente volviendo de una reunión con el director. Antes de obtener más valor y ofrecer el bento, él había dicho que estaba yendo al club de música en pros de aprovechar mejor el tiempo libre, cuando me ofrecí a ir con él no se negó a ello. Y en realidad espero que, esa privacidad entre nosotros, termine de darme el valor suficiente.

Tú, yo y el espacio entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora