—La mejor parte de terminar de entrenar es cuando nos dan un respiro para ir a comer. –habíamos pasado todo el día entrenando, mucho más que los días anteriores ya que se acercaba una actividad anual en la universidad, escalar la montaña. Siempre me las arreglaba para huir, pero este semestre parece ser que es obligatorio.
—Nathaly acabas de comer, ¿no te sacias no? -la verdad era que esta vez estaba de acuerdo con Nathaly, luego del entrenamiento los entrenadores nos dan un refrigerio para recuperar energía gastada del entrenamiento, pero sinceramente yo al instante volvía a tener hambre y aunque había que seguir una dieta atlética, nos era imposible cumplir con todo al pie de la letra.
—Ey, ¿qué tal si vamos al comedor? Escuché que hoy iban a servir pizza. -opiné.
—¿De verdad? Nunca sirven algo tan bueno en el comedor, ¡vamos! –las tres nos dirigimos de inmediato al comedor, si era cierto que iban a dar pizza, era probable que se acabara rápido, así que teníamos que apurarnos, pero como ya lo habíamos supuesto, cuando llegamos al comedor vimos la inmensa cola que llegaba muy fuera. Era obvio, estaban dando pizza.
-¡Llegamos muy tarde! Jamás alcanzaremos a agarrar pizza.
—Si tan solo no hubiéramos salido tan tarde del entrenamiento. -se quejó Andre.
—Bueno chicas, no importa, si hoy dieron, probablemente en esta semana se volverá a repetir. –intentaba calmarlas, ya que yo fui quién dio la grandiosa idea de venir por pizza.
Las tres estábamos decididas a dar media vuelta e irnos a caminar a cualquier otro lugar, hasta que escuché mi nombre a lo lejos.
—¡Alexa! -mi semana iba perfecta, ¡en serio!
Por supuesto que reconocí aquella voz y estuve a punto de correr hasta que volvió a pronunciar mi nombre, esta vez más cerca.
—¡Ey Alexa! ¿A dónde vas? –aquella voz que me aturdía... y no solo a mí, estoy segura que nadie más podría soportarlo.
—¡Salgamos de aquí rápido! –susurré lo más que pude y apuré a mis amigas a irnos, no debía permitir que ellas lo reconocieran.
Hacía ya una semana desde la última vez que hablé con él, una semana desde aquella incómoda situación, no volví a verlo ni a saber nada de él así que ingenuamente creí que ya me había librado, y mi semana iba excelente a decir verdad. Pero nada es bueno para siempre y ahora estaba aquí de nuevo, no sé a qué está jugando él pero de verdad me molesta, me molesta su actitud de querer parecer que es bueno cuando en realidad sé perfectamente que es una mala persona, podrá ser muy apuesto, pero está totalmente hueco. Me había vuelto a sumergir en ese pensamiento que me había olvidado por completo de que estaba metida en un callejón sin salida.
—Espera, espera. ¿Quién es ese chico? ¿Y por qué te está llamando? –tanto Andre como Nathaly estaban confundidas, y no las culpo, no les había contado absolutamente nada de lo que había pasado con Nick, porque repito, ingenuamente creí librarme.
—Se los puedo explicar, de verdad. –antes de seguir con mi explicación alguien había puesto su mano en mi hombro, y una corriente subió por toda mi columna estremeciéndome.
—¿Qué tal gordita?
-¡¿Gordita?! -gritaron Andre y Nathaly... mi perdición había llegado finalmente.
—¿Qué tal... Nick?
—Vaya, por poco pensé que me estabas ignorando. ¿Alcanzaron a agarrar pizzas? –tanto mis amigas como yo no pronunciábamos ni una palabra. Ellas por asombro, y yo por no saber cómo les explicaría luego todo este enredo.
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Él en mi cuerpo y yo en el suyo. (ACTUALIZANDO)
Novela JuvenilAlexa Evans, atleta universitaria que se considera la mejor en lo que solo ella sabe hacer, y es que claro está, se había esforzado demasiado en ser la mejor atleta desde que su padre tuvo que dejar lo que más amaba, sí, el atletismo, para hacerse...