Esta canción está escrita para una chica, pero me vale, yo la quiero adaptar para que sea sobre un chico, bye.
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Stuart conducía de regreso a la Spirit House, puesto que había salido a dar un pequeño paseo por la ciudad. Estacionó el auto y procedió entrar a su hogar, extrañado de no escuchar algún ruido, se dio cuenta que estaba solo.
Sentado en el borde de su cama, se puso a reflexionar lo que había vivido estos últimos meses.
Todo estaba pasando demasiado rápido, ya no podía mas. Cada día sentía que se le agrietaba el corazón, poco a poco se estaba desmoronando. Luchaba por convencerse así mismo que estar sólo, era la mejor opción, pero no, no lo era.
Todos sus amigos le dicen que debe seguir adelante, el es "sólo otro chico", no dejes que se clave en tu corazón, pero el peliazul era demasiado obstinado como para escucharlos.
Para 2D, Murdoc no era, es, ni será otro chico. A pesar de las incontables veces que lo maltrataba, insultaba y golpeaba, lo amaba. No sabía como explicarlo, pero lo sentía. Con el había aprendido lo que es el amor, aunque el mayor no se lo demostrara muy a menudo.
Todos sus amigos le dicen que no estaban destinados a estar juntos.
Nadie lo sabe con certeza, todas las parejas tienen sus altas y bajas.
Puede que Stuart se esté tambaleando de un lado a otro; y es que algo se apoderó de el esa noche. Estaba decidido a contarle a todas sus amistades que deberían enfrentar el hecho que no quiere a otro chico.
¿Por qué no podía dejar de pensar en Murdoc? ¿y por qué la luna no lucía bien?, la televisión estaba encendida, pero no tenía sonido.
Necesitaba volver a verlo, aunque sea una mísera vez.
El estaba dispuesto a viajar a la prisión.
La mañana siguiente se levantó con la valentía de por fin encarar a su amante.
A un paso de salir, una voz lo detuvo.
—¿A dónde vas tan temprano? —preguntó una voz femenina. No tenía idea de que responder, así que dijo lo primero que se le ocurrió.
—A correr. —sonrió. Claramente era una sonrisa que se notaba a kilómetros lo falsa que era. Por supuesto que Noodle no le creyó.
—¿Con esa ropa? —arqueó la ceja.
—¡Ya debo irme, después te explico! —el portazo resonó en toda la casa.
Apurado entró al automóvil y condujo lo más rápido que pudo.
Una vez arribado esperó a que lo atendieran, llevándose una gran decepción.
Murdoc no podía recibir visitas.
Derrotado y triste, regresó de nuevo al lugar de su sufrimiento.
—¿Fuiste a verlo, verdad? —la pregunta lo dejó un poco sorprendido.
—¿Cómo lo supiste? —su respuesta fue tan monótona como sus expresiones.
—Te conozco, sé que lo quieres, pero debes seguir adelante, hay más chicos en..—no dejaron terminar aquella oración, ya que fue interrumpida por el vocalista.
—No quiero a otra persona, lo quiero a él. —se marchó de la habitación.
De algo se había percatado, el sería el único que recibiera al azabache con los brazos abiertos.
