「 treinta y tres 」

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-Buenos días, ¿Tú eres Min YoonGi, no?.-

La voz de su mayor, le hizo salir de sus pensamientos. Nunca le había hablado. Nunca se hablaron. Nunca.
Su voz no salía. No podía formular palabra alguna. Le daba vergüenza. Así que solamente pudo mover la cabeza afirmando que él es el chico mencionado.
SeokJin sonrió. Agarró una silla y se sentó al lado del menor.

-¡Genial! Te he querido conocer desde que me empezaste a mandar las notitas. Me has hecho sentir maravillosamente bien y te lo quiero agradecer. Eres fantástico, YoonGi.-

Decía emocionado. Demasiado emocionado, a decir verdad.
A YoonGi se le coloraron sus blanquecinas mejillas, ¡Ahora parecían unos tomatitos!
Kim se dio cuenta de eso.

-¡Oh, por Dios! Estás rojo, ¿No estarás enfermo? Ven, vamos a la enfermería.-

Se preocupó y las orejas de min también se pusieron rojas de la vergüenza.

-N-No, no estoy en-enfermo.-

Maldita sea, estaba tartamudeando a delante del chico que le gusta.

-¿No? ¡Pero si estás rojísimo!.-

Tenían suerte de que no haya nadie en ese salón de clases, porque sino llamaría la atención de todos los presentes.

El chico de silla de ruedas, bajó su mirada tímidamente. Y ahí el contrario entendió.

-Ya, tienes vergüenza. Lo siento, jé.-

Decía mientras le tocaba el hombro.

-No tengas vergüenza, YoonGi. Solamente soy yo, SeokJin Hyung.-

Sí, pero eran la primera vez que se hablaban. Después de tantos años de cruzarse en la biblioteca, la cafetería u otro lado del colegio. Pero tú nunca le has hecho caso.

-Eres lindo, muy lindo. Incluso más que yo.-

Le halagó. Quería que YoonGi le mirase a los ojos. Quería ver como era. Quería ver sus labios. Quería ver su nariz. Quería ver lo hermoso de su rostro.

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