Capítulo 1 - El Bosque de los Caídos

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Nunca había sentido tanto miedo en mi vida y nunca me había sentido tan despierto, podía verlo y sentirlo todo, puedo sentir cómo Lym me sigue esquivando los árboles del bosque de los caídos. Bosque donde cada uno de los Karum yacen después de su muerte, cada árbol en este bosque fue un Karum en vida.

—Lug, no me gusta este bosque. Me siento observado. El ambiente se siente muy pesado. —Me informa Lym mientras corremos.

—¡Sigue corriendo, se supone que la sangre nos protege!

—¡Pero no alcanzamos a hacer el ritual! —Me grita Lym.

"Mierda", pienso. —¡Sigue corriendo!

Como si los árboles nos escucharan, los Karum caídos, el suelo empieza a temblar en cuanto dije esas últimas palabras. Las raíces de los árboles empezaron a salir de la tierra intentando interponerse en nuestro camino. Por suerte, Lym es el estudiante más ágil de la clase, yo por otra parte me las arreglo mientras corro y esquivo raíces interponerse en nuestro camino.

A lo lejos se escuchan explosiones y gritos ahogados por estas. En lo único que pienso mientras huyo es en querer volver y ayudar, miro a Lym y en seguida, como si estuviera leyendo mi mente, alcanzo a leer un "No" en sus labios y veo cómo con un movimiento de su cabeza le da fuerza a esa palabra. Todo esto mientras corremos y esquivo raíces y ahora ramas. Siento mi corazón tan acelerado, con tanto miedo, pero tan despierto, ¡tan vivo!

Una sonrisa de loco quiere asomar en mis labios pero la comprimo. Quiero gritar, quiero reír a carcajadas. Jamás había sentido tal emoción, tal fuego.

Lym lo nota.

—¡Lug! ¡No dejes que el Kar te consuma, contrólate! —Me grita.

Lo escucho. Vuelvo en mí. Apago ese fuego dentro de mí hasta solo dejar una pequeña llama del tamaño de una lámpara de aceite.

—¡Estoy bien! —Le grito—. ¡Sigue corriendo!

Me asiente.

Después de correr 15 minutos alcanzamos a ver luz de nuevo.

Llegamos a la salida del bosque. Un acantilado de más de 15 metros de largo y solo Krum sabe cuántos de profundidad.

—¿Y ahora? —Me pregunta Lym— No creo que pueda saltar tanto.

—Tampoco creo poder lograrlo.

—¡Por Lumus! ¿Cómo a los maestros se les pudo ocurrir si quiera que podríamos saltar un acantilado?

Lym tiene razón, es imposible para nosotros saltar tanto. Debe de haber otra forma. "Piensa, Lug, piensa".

Lo tengo. —Lym, ¿puedes craftear tu arco?

—Sí, pero 20 flechas es mi límite.

—Nunca fallas, solo necesitarás una.

Me sonríe, esa sonrisa de seguridad que solo tienen los elfos. Combinada con su cabello rojo, parece un demonio del fuego.

Mientras Lym craftea intento buscar una liana o algo que nos pueda servir para cruzar, pero miro a todos lados y no encuentro nada que pueda ser utilizado.

De pronto se me ocurre algo, una técnica que nos enseñaron en la clase de reconocimiento. Me pongo de rodillas y luego acerco mi oído al suelo hasta pegarlo a este y escucho. *Tap, tap, tap, tap*. Escucho que algo se acerca. *Tapa, tapa, tapa, tapa, tapa*. Aun más lejos se siente como si varias personas vinieran corriendo.

—Lym —susurro—, algo se acerca.

Me asiente e interrumpe su crafteo. Me dice con sus manos, "10 flechas", y asiento. Me señala unos arbustos y yo un árbol de poca altura a 2 metros detrás de mí. Asentimos, la emboscada está preparada.

Crónicas de LugWhere stories live. Discover now