Wit y Oku

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-No fastidies, Oku, hoy es un día importante, deberías irte de una vez y dejarme en paz.

El chico de aspecto tranquilo se peinaba impulsivo un mechón rebelde que se rehusaba a bajar.

-Vamos, Wit, se que a tí te da igual toda esa gente, al igual que a mí.

Con malicia, Oku rodeó el cuello de Wit con uno de sus brazos, y con su mano libre lo despeinó sin piedad, arruinando el trabajo de una mañana entera.

-¿Qué quieres de mí, Oku? ¡Ya te dije que no te volveré a hacer casos con tus tonterías!

Wit apretó los dientes y tomó la peineta de la mesilla. Ahí vamos otra vez.

-Eres aburrido, Wit. Y pensar que ya eres un viejo con tan solo diecisiete años, te vas a arrugar tooodo.

Oku se arrugó la cara apretándola entre sus manos.

-Cállate, que tienes mi misma edad y pareces de cuatro. Y péinate un poco también, que estás impresentable, ¿hace cuánto no ves la ducha?

-¿Hici cuinti ni vis li dichi?

-Eres un cerdo.

Wit abandonó la habitación, Oku se limitó a sacarle la lengua y taparse los oídos con sus dedos, para después soltar su típica risa burlona.



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