Oku solo pudo reaccionar desviando la mirada hacia otro lado.
- ¿Qué tienes?
- No es nada.
Wit tomó a Oku de las mejillas y lo obligó a mirarlo.
- ¿Qué tienes...?
Wit preguntó con un tono más compasivo. Oku apartó la mirada nuevamente.
- Es solo que yo...
- ... ¿Sí?
- Yo... lo extraño.
- Oh...
- ¿Y tú? ¿No te causa nada? ¿Vas a simplemente fingir que todo está bien?
- ...
- ¿Por qué es tan difícil? Solo me gustaría seguir adelante y ser feliz, sin preocuparme de nada.
- Yo quiero lo mismo.
- ¿En serio?
- Si, pero de forma distinta, tal vez no lo llegues a entender nunca.
- ...
- ...
- No entiendo.
- Lo sé, porque eres solo un bobo.
- Y tu un pesado que nunca habla claro.
- ...
Wit acercó su cara a la de Oku, y sentían como sus cuerpos latían ansiosos. Y la cocina, silenciosa, podían oir perfectamente al otro. Saliva bajando por la garganta, el crujir de los huesos al moverse, corazones palpitando al unísono.
Y más cerca...
Más cerca...
Sus labios se juntaron en un beso cómplice. Carente de amor, o cariño. Era un beso cálido de necesidad mutua y entendimiento, como si hubieran nacido para estar juntos, y con nadie más.
Ambos temblaban mientras descubrían la boca del otro, a pesar de que ya la conocían bastante bien, pues cada beso era siempre como el primero, y eso nunca iba a cambiar.
Caricias, mordidas, suspiros. Todo iba y venía con cierto apuro. Sus cuerpos comenzaron a relajarse, y por un momento, fluyeron como uno solo. Los dos chicos, el agua y el aceite, el pan con el vino, Apollo y Dionisio.
Luego de unos segundos se separan, jadeando y mirándose a los ojos.
- Tal vez lo mejor sea...
...
- ¿...Volver a la cama?
- ...Si, supongo...
