Wit bajó las escaleras con paso somnoliento, en bata, con un vaso vacío en la mano. Se despierta de golpe al ver la luz de la cocina encendida.
-¿...Oku?
El chico de cabellos revoltosos lo miró con sus ojos entrecerrados. Tenía en una mano un pote de helado de galletas y crema, y en la otra, una cuchara sopera. Wit no pudo evitar soltar una risita.
-Jeje, ¿Qué estás haciendo?
Pero Oku no sonrió, como siempre lo hacía, y se limitó a bajar la mirada. Algo andaba mal, y Wit lo sabía.
