Viernes

5.8K 327 207
                                    


Han pasado algunos meses desde que me fui, los primeros días fueron difíciles, pero rápidamente me di cuenta de que comenzaba a sentirme en paz conmigo mismo, ya no escuchaba las peleas continuas ni lo sollozos de arrepentimiento en la noche que solo hacían que me sintiera con el alma rota.

Me hacía bien estar lejos de ti.

Compré un departamento del tamaño adecuado para mí, hace un tiempo volví a encontrarme con mis amigos, me preguntaron sobre cómo me sentía acerca de lo nuestro, me asombré al darme cuenta de que ya podía hablar sobre lo sucedido sin derrumbarme, era una señal de que estaba aprendiendo a vivir con el dolor, porque seguías doliéndome, claro que lo hacías, después de todo yo te amaba con todo mi ser.

Comencé a salir con ellos y me di la oportunidad de volver a los caminos del amor, conocí a algunas mujeres, pero continuaba sin encontrar a alguna que me gustara lo suficiente como para tener más de dos citas. A veces comenzaba a pensar que tal vez, a pesar de todo, tú eras el amor de mi vida y jamás podría sentir con alguien más lo que sentí contigo. Ese sentimiento me asustaba porque no quería vivir sin alguien a mi lado, quería una familia y una esposa que me amara, alguien quien me entregara todo y a quien yo le entregaría todo de mí.

Yo solo quería amor.

El destino fue bueno conmigo: fue un viernes en la noche cuando todo aquello pasó. Mis amigos me convencieron de ir a un antro para divertirnos, serviría para quitarnos el estrés por el proyecto del diseño de un edificio que acabábamos de terminar, fueron tres semanas de desvelo y completa dedicación para poder repasar todos los pros y contras de la construcción, pero al final todo salió espectacular y se nos pagaría con una gran suma de dinero, era algo digno de festejarse así que acepté.

Me vestí con una camisa de manga larga color blanco, unos pantalones negros, peiné un poco mi alborotado cabello rubio, me afeite y puse loción, justo cuando estuve listo escuché el timbre sonar. Tomé las llaves, celular, cartera y me dirigí a la puerta para encontrarme con Inojin y Shikadai, los saludé a cada uno con un abrazo seguido de pequeños pero fuertes golpes en la espalda. Cerré la puerta con llave y comenzamos a caminar por los pasillos hasta llegar al ascensor, a los segundos de oprimir el botón las puertas se abrieron e ingresamos, empezamos a platicar sobre lo que nos gustaría hacer esta noche y luego hablamos de nuevo sobre el proyecto que acabábamos de cerrar, los tres estábamos orgullosos de nuestro trabajo. Un momento más tarde estábamos frente al edificio y cada quien se dirigió a su auto, bueno, ellos se subieron al de Shikadai y yo al mío. Conduje siguiendo al elegante y caro auto blanco de mi amigo, llegamos a un antro que era muy famoso, gracias a que Inojin conocía al dueño pudimos entrar sin hacer la fila, una vez dentro la música invadió nuestros oídos, era movida y todo mundo estaba abarrotado en la pista de baile, el lugar era grande y no siempre dejaban entrar a cualquiera así que no estaba exageradamente lleno. Buscamos un lugar donde sentarnos y luego pedimos un par de botellas para empezar, Inojin fue el que sirvió los tragos.

–Salud por siempre estar en la cima –habló fuerte para que su voz se hiciera escuchar.

–Salud –dijimos Shikadai y yo al mismo tiempo, luego los tres bebimos de un trago el contenido de nuestros vasos.

Nos servimos otra ronda y a esa le siguieron varias más, en algún momento sonó una canción demasiado buena y nos paramos a bailar, nos movíamos al ritmo de la música, tenía que admitir que lo estaba disfrutando, nos lo merecíamos, me lo merecía. Las horas pasaron como si fueran segundos, ya comenzaba a sentir los efectos del alcohol, pero no era lo suficiente como para estar ebrio, era ese momento en el que el efecto te hace sentir muy bien.

–Iré por una botella más –dijo Shikadai y yo solo asentí mientras seguía bailando.

Estaba solo en la pista, Inojin estaba sentado en la mesa descansando y bebiendo lo que quedaba de la botella que teníamos ahí, hubiera ido a hacerle compañía, pero a mí me gustaba bailar, no tanto esa música movida de los antros, pero dado que ya no tenía una chica a la cual llevar a bailar como en las citas de antes tenía que conformarme con eso. En un momento di una vuelta acompañada de un buen movimiento de caderas y cuando menos lo pensé alguien había chocado contra mi pecho.

En un fin de semana [Borusara] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora