Roswell, Nuevo Mexico.

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Roswell, Nuevo México. ¿Cómo llegue aquí? Bueno, mi madre se había vuelto a casar y mi padre vivía a aproximadamente 1,400 kilómetros de mí, en la gran ciudad de Nueva Orleans. La verdad preferí Roswell, era una ciudad chica, con pocos habitantes, tenía que admitirlo era un punto a favor de esta humilde ciudad. Aunque no completamente me gustaba tanto la idea de vivir con el nuevo esposo de mi mamá, y su nuevo hijo, al que jamás había visto. Pero a ella le hacía feliz y eso bastaba para mí. Pero lo que si detestaba es que no solo era nueva casa, si no también nueva escuela, nuevo estilo de vida. Mi padrastro tenía dinero, no era rico, pero estaba segura que no sufría por la falta de este. Lo había visto varias veces pero solo por minutos. A veces iba a casa y cenábamos pero nunca hablaba con él, terminaba mi cena y me alejaba de ellos lo más rápido posible, ni siquiera lo miraba. No es que me cayera mal, pues no lo conocía, pero tampoco me interesaba conocerlo. Simplemente me daba igual. Lo único que sabía de él, era que se llamaba Joan Olivier y que tenía un hijo de mi misma edad. 

-      ¿Estás lista Liz? –preguntó mamá, bajando las escaleras de lo que era mi antigua casa.

-      Estoy lista desde hace media hora. –respondí fría.

Estaba sentada en la barra de la cocina, esperando a que ella terminara de bajar sus últimas pertenencias. Bajó con una caja que parecía normalmente liviana, sin nada de peso, salió de casa llevándola directo al coche. Cuando regresó se paró en la puerta y observo toda la casa vacía, estaba segura que extrañaría su antigua vida. Suspiré. 

-      Puedes vivir con tu padre, no es necesario que hagas esto. y menos por mí. –dijo, alce la mirada para después agacharla.  por mí– dijo, alce la mirada para después agacharla.

-      Hm, prefiero Roswell a Nueva Orleans, además no me cae bien muy bien su esposa. –alce los hombros, mostrando indiferencia y ella sonrió.

Me dio la espalda y caminó hacia fuera de la casa.

-      Al menos Roswell tiene una población más chica que Santa Fe…como te gusta –gritó desde afuera.

Acertó. La diferencia de población era casi nada, pero era menos. 

Cerré la puerta del porche, después de poner un pequeño letrero que decía “se vende”. Subimos al auto y viajamos a nuestra nueva casa. Serian tres largas horas de viaje. Joan viajaba mucho y a veces se quedaba a vivir largas temporadas en ciudades, una por supuesto Santa Fe. Así conoció a Gaby –mi madre- en una supuesta cena de trabajo, donde acompañó a un amigo suyo. Cuando supe que se casarían, no me sorprendió mucho, estaba locamente enamorada de él y él de ella. Era cuestión de tiempo para que llegara la noticia. 

-      Joan te inscribió en la escuela –confesó sonriendo.

-      Tendré que agradecerle cuando lo vea. –farfulle.

Ella me sonrió. Era más feliz ahora que cuando estaba con papá. Si que Joan hizo un buen trabajo.

-      Llévate bien con su hijo –sugirió –es un poco egocéntrico, pero buen chico.

Me le quede mirando por unos segundos.

-      ¿egocéntrico? –repetí.

-      Eso no importa –reiteró –este cambio es bueno para ti. Este año ha sido duro.  

Apreté los labios. Entendía perfectamente a que se refería con “duro”. Trague saliva

-      Es hora de que te olvides por completo de Iker. –dijo con nerviosismo, como si estuviera cuidando cada palabra que saliera por su boca.

Let Me In.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora