Arañas.

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Estaba a punto de llorar de tanto que me reía. El me miraba con aspecto enojado. Pero vamos, ¿gustándote? ¿Acaso me creía estúpida? No lo conocía, y apenas llevo un día con el, bajo el mismo techo, y bueno no me caía del todo bien.

- Ese mi querido amigo, fue un gran chiste –dije aun riendo

Me pare, tome mi mochila y empecé a caminar. El hizo lo mismo.

- Liz…

- En serio, ¿Cómo puedes creer eso? –le pregunte –me humilló ante mis compañeros, hizo que me mandaran a prefectura, me tiró de una alberca, casi muero ya que no sé nadar, le dijo a mi madre y a su padre que yo le coquetee, ¿crees que yo me enamoraría de ese pequeño pedazo de mierda? 

El me seguía mirando extraño. 

- ¿Te tiro de una alberca? –preguntó.

Asentí. Abrió los ojos como plato, estoy casi segura que se salían de sus orbitas.

- Beth ¿Ian es tu hermanastro? –susurró. 

Hasta que me lo preguntó me di cuenta el error en mis palabras. ¡Mierda! Puse los ojos en blanco. Maldita sea. Le sonreí sarcásticamente y suspiré. Miré hacia mí alrededor cerciorándome que nadie hubiera escuchado eso. Sus ojos seguían abiertos.

- Agradecería –le dije –que no se lo dijeses a nadie…por favor.

Alzo las cejas y suspiró. ¿Qué más me quedaba decir? Si yo ya lo había admitido todo.

- No te preocupes…no le diré a nadie, tu…puedes confiar en mí. Pero… ¿de verdad estás viviendo con él? –alzo las cejas.

- Mierda, yo y mi bocota –susurré, un poco avergonzada. –pero ya, nunca más hay que mencionarlo.

Cuando cruzamos el salón, divise a Ian sentado al lado del pupitre donde siempre me sentaba, lugar de Iker. Fruncí el seño. De ninguna manera quiero estar al lado de ese estúpido. 

- Tu querido hermanito está en mi lugar. –me susurró Iker.

- Quedamos que no hablaríamos de eso. –recordé. 

Cuando llegue a mi asiento, el se sentó enfrente de mí. Ian lo fulminó con la mirada y sonrió maliciosamente. Él le alzo una ceja. ¿Acaso estos dos tenían una historia que yo no sabía? A lo que vi, creo que se odiaban. Mis dos compañeros me miraban constantemente en clase, y eso me daba un poco de miedo. 

El día transcurrió tranquilo, al igual que el resto de la semana, comenzaba a hacer rutina. Todas las mañanas, desayuno, ir a la escuela, regresar, comer, dormir y así todos los demás días. Excepción que cada día Ian me molestaba con algo nuevo.

Como si realmente me importara tener algo diferente que hacer todas las tardes. Era viernes y aun no le pedía permiso a mama sobre la fiesta, a la que Iker me había invitado. 

- ¿Cómo te fue en la escuela? –preguntoo mamá, mientras cruzaba la entrada. 

- Bien. En un momento bajo a comer. –Le sonreí y ella asintió. Seguí subiendo las escaleras y entre a mi cuarto.

Me cambie de ropa y baje a comer. Toda mi maravillosa familia estaba sentada. Ian me miró de soslayo y yo agache mi cabeza. Todo en el me ponía nerviosa, y ese era algo que no podía evitar.

- Mamá –susurré, era el momento adecuado. 

- ¿Sí? –contestó ella. 

- Hm –dudé –el sábado, me invitaron a una fiesta…me preguntaba… ¿bueno, me dejarías ir? –era tan difícil escupir algo que nunca había dicho.

Let Me In.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora