Capítulo 02

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¡Buenos días! - dijo en un tono muy simpático - Soy la encargada del apartamento, pude observar tu carnet de estudiante - mirando bien el carnet en su pecho - Señor Bell!, es un gusto.

- Buenos días - haciendo una reverencia - Muchas gracias por la bienvenida, y si es cierto, vengo a estudiar en la universidad.

- Perfecto! Vimos su reservación en la sección de apartamentos para universitarios, es un piso en el que se rentan los cuartos exclusivamente para estudiantes. - toda una explicación mientras guiaba a Dalton hasta su cuarto, es una mujer bastante agradable, pensaba para si mismo, ya le agradaba la encargada.

Al llegar, era un piso completamente normal, le gustaba mucho el edificio, era bien iluminado, bien limpio y ordenado, y una vez que entró a su cuarto le encantó como se veía todo. El lugar en si consistía en tres habitaciones, una que usaría como sala-comedor, otra más pequeña como cocina, su habitación y un cómodo baño. Los tonos blanco y marfil del cuarto, algunos cuadros decorativos en las paredes y accesorios de mesa y muebles color café le era bastante cómodo, quería conservar esa tranquilidad más tiempo y sobre todo mantenerlo ordenado.

Se despidió de la encargada, y por fin, ya con sus llaves en mano se dispuso a desempacar todas sus maletas, sacar sus cosas y hasta quería darse un pequeño baño para relajarse un rato, sacó todo lo que necesitaba y se metió al baño. Sentía las finas gotas de agua tibia caer por su espalda y bajar por todo su cuerpo, al salir se miró bien al espejo antes de vestirse, observaba su cuerpo, marcado y saludable

<<me hace bien el ejercicio>> pensaba para sí mismo, pero en un momento miro más hacia abajo en uno de sus costados, ahí estaban... haciéndose presentes algunas cicatrices, cicatrices que marcaron un momento de su pasado, que por más de ya haberlo superado seguirían ahí en su piel para siempre, le vinieron a la mente pequeños grandes fragmentos de si mismo en su cuarto en Canadá, esas imágenes que definitivamente no quería recordar más.

De un momento a otro salió de sus pensamientos bruscamente interrumpido por algunos ruidos y risas algo altas en el pasillo del piso, se vistió normal y mironeó un poco sacando su cabeza por la puerta y vió a 5 jóvenes entrando a uno de los cuartos, eran tres chicas y dos muchachos, tenían mochilas y planos en sus manos y como recordó en que piso se encontraba supuso que eran universitarios, le parecía muy agradable ver esa escena de amigos saliendo de un día de universidad probablemente agotador, se veían muy cercanos y fraternales entre ellos, y se imaginó como sería su tuviera más amigos en su vida.

Si tan solo no fuera así de cerrado en cuanto a amistades se refiere, tal vez encerrarse en su casa estudiando o escuchando música todo el día en lugar de salir y socializar más no sería los más sano para su vida, es que, tener solo a Bryce a veces le aburría pero a decir verdad tampoco hacía tanto mérito para conseguir más amistades, simplemente lo ignoraba. Tuvo entonces una corazonada que no podía ignorar, sigo que Bryce le había dicho una semana antes de partir

<<Amigo, debes aprovechar este viaje al máximo, estarás en un lugar totalmente diferente, nueva vida, nueva gente, la universidad. Puedes esforzarte más y tratar de hacer unos cuantos amigos allí, sería genial>>

Le dió la razón en ese momento y como una luz en su mente se dijo a si mismo que definitivamente dejaría la actitud que tenía y se abriría a nuevas amistades, sin miedo a nada, sería un nuevo Dalton, más brillante y social.

Entró de nuevo en su cuarto y oyó algo rugir, sí, era su estómago que ya le rogaba para comer, buscó rápidamente su teléfono e investigó en su mapa lugares de comida o alguna cafetería. Hasta que lo encontró, se abrigó bien para salir de allí ya que en ese momento era temporada de otoño bastante frío.

Finalmente salió del apartamento, dirigiéndose a pie al restaurante, ya que quedaba cerca, caminando por aquellas frías calles con un débil sol, algo caliente, por esas plazas con camineros bien hechos observando a unos niños jugar por un parque sintiendo el fresco viento teñir su cara y sus manos.

Cuando llegó hasta el lugar pidió un platillo no tan pesado, ya que la comida corena aún no se le asentaba de la menor manera, debía tener cuidado con abusar de alguna comida o algo. El platillo estaba delicioso, saboreaba cada parte de los fideos finos. Con ese tranquilo momento y su mente más despejada se decidió en llamar a su mejor amigo, ya que había hablando con sus padres hace un momento atrás, pero con él no había hablado en horas y horas, necesitaba saber como estaba. Marcó el número y atendió ese cálido chico de voz baja.

- Dalton Spencer Bell, hasta que al fin llamas, lo siento, ¿¿la banda del FBI aún no termina su misión?? - Decía ese tono sarcástico que tenía. Definitivamente habían pasado muchas horas desde que no sabía nada de él.

- Yaa, ¡tranquila mamá!, estaba ocupado, por eso no llamé - giraba sus ojos mientras reía al escuchar a su amigo tan exagerado.

- Tal vez una llamada al llegar y contarme como estás ya estaría bien, pero ya no importa! Ahora sí amigo, ¿cómo está todo por ahí? - Dalton solo reía al escucharlo hablar tan rápido.

- Llegué muy bien, ya me instalé y todo, hasta ahora no hay ningún inconveniente.

- Me alegra escuchar eso, ¿y el apartamento? ¿Qué tal?

- Me gustó bastante, sí, tiene una gran ventana que da a la ciudad y demás edificios, es definitivamente de mi gusto, perfecto para esas noches de estudio y quedarme estudiando.

- ¡¡NO TE ENCIERRES TANTO!! - decía esa voz algo chillona cuando grita, tanto que Dalton debió alejar un poco su teléfono de la oreja - Ya te dije que no toooodo en la vida es el puro estudio, nunca tuviste un solo inconveniente en ello, porque jamás despegaste tu trasero de la silla, y tus narices no huelen nada más que tus libros, ¡AH! y ya sé que usaste eso de excusa antes para no salir los fines de semana, ya los sé, ¡AMIGO! - exclama el chico de tez bronceada desde el otro lado de la línea telefónica.

- Ya, ya es suficiente - reía en voz alta sin importarle mucho quien pudiera estar viéndolo, mirando bien su reloj de muñeca - Uff! Justo estaba olvidando el tema de la diferencia horaria, ahora son las 15:35, ¿qué haces despierto a las dos de la mañana?

- Tal vez esperando una llamada de mi mejor amigo que parecía nunca llegar. - rió como loco para después despedirse, ya que como Dalton dijo, ya era muy tarde -

- Está bien, hablaremos en unas horas, está bien? Descansa.

Finalmente Dalton salió del restaurante para dirigirse de nuevo a su apartamento, ya que había un tema preocupándolo desde hace un buen rato.

Decidió volver por el mismo camino anterior, pasando por aquella plaza de niños jugando, o aquella avenida donde podía observar a unas cuantas parejas que parecían bastante felices, a decir verdad. Buscaba con la mirada de nuevo esas aves casi exóticas, hermosas que volaban sin rumbo por el camino, moviéndose de un lado a otro y siendo libres. Por un momento Dalton también se sintió así, se sintió libre, siendo él mismo, dando vueltas por la calle casi trotando para conservar calor en su cuerpo. Era el inicio de grandes paseos sin fin para él.

No Podemos Los Dos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora