Otoño

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Septiembre.

La temperatura había bajado de manera ligeramente drástica. Ambos caminábamos por el parque, con los dedos entrelazados y nuevamente no pude evitar mirar de reojo la argolla que HyukJae tenía. Le quedaba hermosa, y prácticamente quería mostrarle a todos nuestros conocidos, incluso desconocidos, la mano de aquel hombre pálido a un lado mío y presumir que pronto sería mi esposo. Mi corazón latía con fuerza, queriendo escapar de mi pecho con tanta felicidad. Y era que no cabía en mí mismo, aunque él no pareciese tan emocionado, yo lo estaba, iba a estar a mi lado hasta el final de nuestros días.

En mi cabeza todo era perfecto, él y yo, ancianos, retirados en algún lugar lejano viviendo nuestra vejez.

Pero qué iluso era.

—¿Vamos a poner alguna fecha? —Le escuché preguntar mientras se detenía frente a aquel lago, el cielo se iba oscureciendo de a poco, mostrando los tintes naranjas e intensos que dejaba el sol sobre todo al ocultarse. Me encogí de hombros, no lo había pensado.

—¿Te parece al siguiente año?

Respondí con otra pregunta, él me miró con los ojos totalmente abiertos antes de negar reiteradas veces con la cabeza, sus claros cabellos se sacudieron de una manera tan magnífica que quedé hipnotizado por ellos. Sin embargo el gusto no duró demasiado, él torció los labios y soltó un suspiro que hasta a mí me supo a cansancio. —Quisiera que lo hagamos este año, quiero ser tu esposo.

Fruncí el ceño y lo relajé de inmediato en cuanto su dedo índice se pasó en mi entrecejo, alisándolo, dejando que mi expresión fuese apacible, aun así no fue menos seria. No comprendía su prisa pero, ¿qué hacer cuando el amor de tu vida pedía casarse lo antes posible con aquella sonrisa de encías que te volvía loco? No sería coherente negarse. Y por supuesto que no lo hice. Fijamos la fecha frente aquel tranquilo lago que sólo formaba ligeras ondas por el viento que había. Entonces me volví a perder en él, sus cabellos sacudiéndose y dejando aquellos mechones desordenados.

—Te amo. —Dije al acariciar su mejilla con las puntas de mis dedos, mi corazón palpitando fuertemente ante aquel intenso sentimiento que compartíamos.

—Te amo. —Me dijo con aquella sonrisa cuando el sol finalmente se ocultó y el manto oscuro en el cielo nos cubrió, atrapándonos con los labios pegados en un beso lleno de amor.

Octubre.

Octubre es un mes estupendo, me gustaba por el clima, las luces que comenzaban a llenar las calles y el ambiente a navidad que, aunque lo que se tenía que festejar era Halloween, ya muchas tiendas se dedicaban a empezar con la decoración anticipada navideña. Pero había otra razón por la cual me gustaba aún más. Iba a casarme con HyukJae a fin de mes.

Estábamos a mediados de octubre, habíamos empezado a realizar los preparativos para la boda, ver los vestuarios, el lugar, la iglesia, a preparar fechas, el banquete, cada una de las cosas era cuidadosamente organizada por ambos. Había pedido un préstamo en el banco para poder adquirir todo aunque HyukJae había querido pagarlo con el dinero que él había ahorrado. No lo dejé más que pagar algunas cosas, esto era asunto de los dos. Tampoco era una fiesta muy grande, sólo queríamos invitar unos cuantos amigos y familia. Pero hoy era nuestro día de descanso, un 20 de Octubre, ambos estábamos recostados en la cama matrimonial del departamento que rentábamos. La luz del sol apenas llegaba, pues las nubes de aquel día lo ocultaban. No me disgustaba. Habíamos dejado las cortinas abiertas con el fin de recibir un poco de luz, era lo suficiente para despertar, no demasiada para lastimarnos los ojos.

Lo primero que vi después de eso era el rostro de aquel hombre que tanto adoraba, tan pequeño, delgado y frágil en comparación conmigo. Enredé mi brazo en su delgada cintura y lo atraje más a mí, dejando un beso sobre su hombro, sintiéndolo removerse. Reí y dejé un beso más sobre su mejilla cuando abrió uno de sus ojos. Tenía el sueño demasiado ligero.

The seasons.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora