¡Hoy o nunca!

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¡Hoy es tu gran día!

Abres tus ojos, la luz de un nuevo amanecer penetra tus pupilas mientras te levantas oyendo el canto de los pajarillos.

Caminas hasta el baño, te lavas, te afeitas, te peinas y te pones un kilo de gomina en el pelo. Miras al espejo, ¡estás radiante! Venga, sonríe con confianza.

Vas al armario, y buscas entre tus camisas. Esta no, que es blanca. Esta no, que es blanca. ¡Esta sí, que es blanca! Te pones tu mejor camisa blanca, recién planchada, y sin ninguna mancha. Miras al espejo, ¡estás espléndido! Venga, sonríe con confianza.

Sales a la calle, la suave brisa mañanil te roza la cara. Respiras hondo el dulce y fresco aire de Madrid tras una noche de lluvia. Vas caminando con alegría, las flores se abren a tus pasos y las mariposas vuelan alrededor de tu gracia. Llegas a la florería y sales con un ramo de rosas, tan rojas que parecen brotar sangre. Miras tu reflejo en el escaparate.    

¡Eres tan romántico! Venga, sonríe con...

Te quedas quieto, inmóvil como una estatua, y pronto empiezas a sonreir como un bobo. Allí está. ¡Es ella!

Contemplas amorosamente su imagen reflejada sobre el cristal. Su cabello rubio y ondulado que cae como cascadas, sus ojos de azul diamante, sus labios rosados, sus magníficas curvas, su gesto elegante....

Ella es tu diosa, ella es la razón por que vivas día tras día, ella es tu todo. Tu corazón solo palpita por su amor, respiras solo para verla, día tras día. Tu amor por ella llega a la locura de don Quijote, tu pasión por ella traspasa el de Romeo, tú eres el enfermo y ella tu medicina, si no está ella no estás tú.

Das la vuelta hacia ella, te ve y te saluda desde lejos, sonriéndote. Esa curva en sus labios llega disparado como una flecha directo a tu débil corazón. Escondes las rosas detrás de tu espalda y caminas hacia ella. Sonríes con confianza.

Un paso. Los nervios comienzan a escalar por tu piel y comerte las entrañas. Tranquilo, no pasa nada.

Dos pasos. Sientes un nudo en la garganta, respiras con dificultad y multitudes de mariposas vuelan en tu estómago. Tranquilo, no pasa nada.

Tres pasos. Sientes que... Ah no, espera, eso es un tropiezo.

Caes de rodillas en la acera, en medio de la calle, en medio de la gente.

Delante de ella.

El ramo de rosas sale volando, alguien las pisa.

Ella se acerca a ti, pero permaneces con la cabeza agachada.

No sabes qué expresión muestra su cara, no sabes lo que está pensando de ti, no sabes si está riéndose de lo ocurrido.

No sabes nada de eso, pero sabes cuál es su color favorito, sabes qué día es su cumpleaños, sabes qué marca de pintalabios usa, sabes los sitios por dónde le gusta ir a pasear, siempre sola, al atardecer, con los últimos rayos de sol posando en su blanca tez antes de fugarse sin más. Y llegaba la noche.

Una voz recorre y retumba por tus oídos. Alguien te está preguntando algo. Te pregunta si estás bien. No dices nada, no tienes nada que decir. Te levantas del suelo avergonzado, como un tomate, como un volcán estallando en lava y humo.

Y te vas sin más.

Tus pasos se vuelven cada vez más pesados, no parecen tus piernas, parecen dos bloques de cemento, cubriendo tus pies, subiendo por tu cuerpo y penetrando tu pecho. Se va adentrando de poco a poco, y con ello viene  acompañado la rabia, el desilusión, la tristeza y el dolor. Una sombra negra se acumula en tu interior, tragándolo todo, y llega hasta tu corazón. Lo marchita, lo desgarra, lo rompe en mil pedazos, lo prende en fuego vivo, y deja arder los trozos.

Llegas a casa, el fuego interior se apagua, sin dejar nada atrás, solo el resto de amor reducido a polvo. El polvo de amor que todavía sientes.

Te tiras a tu cama y te cubres con las sábanas. Empiezas a temblar, tus ojos se oscurecen y las lágrimas caen sobre la almohada.

Otra noche, otra mañana.

El primer rayo del alba traspasa la ventana reflejando en tu rostro dormido. Abres tus ojos recubierto por una nueva luz de esperanza.

Te levantas de la cama y vas al baño. Te lavas, te afeitas, te peinas y te pones un kilo de gomina en el pelo. Te miras en el espejo.

¡Hoy es tu gran día!

CUADERNO DE HISTORIAS (de un pequeño estudiante)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora