Había una vez en un reino muy, muy lejano...
Una princesa que piso hasta el fondo el acelerador de su rojo Audi R8, y uso el freno de mano para derrapar a unos metros del acantilado.
Se bajo hecha una fierra de su carísimo deportivo rojo y se acerco al borde del acantilado para maldecir hasta quedarse sin voz. Lloro de enojo y decepción, lanzo patadas al suelo, dio saltos y dijo tales maldiciones que si su madre hubiera estado viva ya le hubiera dejado las nalgas rojas por decir semejantes palabras indignas de una señorita decente de cualquier clase social.
Cuando se calmo lo suficiente se subió a su coche y arranco un poco más lento, estacione el auto a la orilla de la carretera 1 km antes de llegar al pueblo.
Su majestad utilizo una libreta que tenia en la guantera y escribió un apresurado ''estoy bien'', tomo su suéter, subió hasta arriba el cierre y se puso su capucha para iniciar la marcha hacia el pueblo.
(...)
Al parecer su disfraz improvisado sirvió para pasar desapercibida entre la gente del pueblo, tal vez ayudo el hecho de que no había una guardia entera detrás de ella. En cualquier caso, la princesa llego a su destino y toco la puerta con cierto grado de desesperación.
-Por favor, Julieta, por favor. –Murmuro tocando más fuerte.
-Dejen de tocar así que ya voy. –Contesto una voz desde adentro.
La puerta se abrió y dejo ver a una chica veinteañera de ojos verdes como el bosque y cabello negro como la noche.
-¿Andrea? ¿Vienes sola? –Pregunto al no ver a su guardia habitual, quiso mover la cabeza para buscar a alguien en la calle pero se detuvo al ver sus ojos enrojecidos por el llanto. -¿Qué te paso?-
Andrea si esperar invitación paso por un lado de su prima y entro a la casa.
-¿Dónde están los tíos?
-Salieron de la isla, para algo así como una segunda luna de miel. Pero ¿Qué paso?
-Excelente, porque ahora necesito algo más fuerte que una limonada.
-Por supuesto, sígueme.
Julieta la guio hasta la cocina, la cual era la típica cocina de una familia de clase media alta con su almacena llena de comida, su refrigerador, microondas, fregadero y estufa limpios y funcionales, con una pequeña barra entre la estufa y el fregadero, con la mesa en el centro de la habitación que funciona de comedor y con los trastes limpios y guardados en su lugar. Esa cocina no se comparada en nada a la lujosa cocina del palacio, a la cual Andrea solo había entrado unas cuantas veces en sus 25 años de vida, pero en el fondo ella sabia que estaba mucho mejor que cientos de cocinas del reino.
No es que su reino estuviera en una crisis, pero desde que no hay un rey definido (la reina Victoria solo es regente temporal y como la sangre real no corre por sus venas, no puede tomar decisiones importantes), el parlamento y su madrastra han logrado, y con dificultad, que la economía del reino no caiga, sin embargo, ésta a tenido una ligera baja debido a que sólo el rey con sangre Marines de nacimiento puede hacer nuevos tratados o negociar otras inversiones. O en su defecto, esas decisiones sólo las puede tomar el heredero de la familia real regente.
Los Ruiz se han aprovechado de esta situación; han adquirido más peso en el parlamento y presionan cada vez más para que el testamento del difunto rey Luis Rafael se anulado, lo que reduce las posibilidades de que Andrea se ha reina.
Julieta sacó del refrigerador dos cervezas las cuales abrió con la esquina de la mesa, lo cual sorprendió a Andrea pero decidió que luego le preguntaría sobre ello.
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La Princesa Y El Sapo
RomancePara tener la corona de reina de Costa Azul, la princesa Andrea Lucía Marines Hernández deberá casarse antes de cumplir los 26 años, para lo que falta 9 meses, pero sus planes se arruinan cuando encuentra a su hermana y a su prometido el duque Aleja...