Hufflepuff.

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Cuarta parte. Hufflepuff,
presente.

1. Draco Malfoy y su temor a socializar,  (octavo año)

Lo cierto es Draco no pudo pegar un sólo ojo esa noche, fuera de la habitación que compartía con Ernie, la tranquilidad se veía interrumpida por ruidos particularmente fuertes. Potter había ido a hablar con la directora y la había convencido de reorganizar la Sala común de la nueva torre donde habían sido llevados.

Muchos alumnos, quienes querían participar con ideas en busca de una decoración agradable para todos,  estaban levantados y sus parloteos eran parte también de aquel bullicio. Tenía entendido que eran voluntarios de cada casa para hacer peticiones para el agrado de su respectivo grupo.

A eso de las 12, su puerta fue tocada,  al igual que la mayoría de su corredor. Había resultado ser Justin Finch-Fletchley, quien aunque no del todo amable, había sido muy cortés al pedirle hablar con Ernie. A este último, le habían pedido ser uno de los voluntarios que irían en representación a Hufflepuff y no pudo negarse.

Así que, Draco se volvió a encontrar solo. En un cuarto que le parecía inmenso para él mismo después de haber conocido mejor a Macmillan,  y se sentía patético por eso. ¿Alguien le decía que lo entendía y de un momento a otro era su mejor amigo? No, las cosas no eran así. Nunca lo fueron. Pero, algo en Macmillan le hacia sentir absolutamente cómodo, del mismo modo en como se siente con Pansy o como se sintió con Theodore antes de darle la espalda.

Sinceramente deseaba encontrar un lugar dentro de las amistades del rubio oscuro únicamente para él.

Con algo de cansancio mental y nerviosismo, la mañana llegó. No había dormido mucho en realidad,  pero se sentía renovado y con energía. Y eso le bastaba para un sábado en el que tenía la seguridad no haría nada.

Se había dado una ducha en el baño personal que tenían en el dormitorio, saliendo de ahí ya vestido y completamente perfumado. Volteó a ver la cama de Ernie, perfectamente arreglada y apetitosa, entonces supo que no había vuelto esa noche a la cama. Entristecido por creer que no podría ir a desayunar con el chico.

Mientras se veía una última vez en el espejo, la puerta blanca se abrió. Era Macmillan.

—¿Vamos al comedor, Draco? —había dicho una vez que entró, cambiándose enfrente suyo sin pudor alguno.

—Creí que querrías descansar—susurró, algo confundido por la petición.

—¿Qué? ¡Ah, no!—sonrió avergonzado, sintiendo que se le subían los colores al rostro—. Sí dormí, no te preocupes.

—.. N-No..—Draco sacudió la cabeza, preparando su lengua para no volver al tartamudear—, no llegaste a noche.

—Yo... A-ah, bueno, es que m-me quedé a dormir en el cuarto de Justine—dijo. El rostro confundido de Draco cambió a uno divertido y de aire burlón.

—Ernest Macmillan—inició diciendo, mordiendo su labio inferior en el intento de no soltar las carcajadas que amenazaban por salir—, ¿podría ser que te gusten más las varitas que los calderos?

—Oh, cállate—el apenado muchacho rió, negando levemente.

—¡Por Salazar, ¿es verdad?!

—¡No, no, no! No hay manera de que sea gay—se apresuró a aclarar, frenando su risa de momento: —no tengo nada en contra de serlo, en serio. Es solo que, no puedo imaginarme de ese modo. Soy completamente hetero.

Eso dicen todos—canturreó Malfoy, saliendo de la habitación seguido por Ernie, quien le dio un pequeño golpe en el hombro en medio de un ataque de risa.

BURN (Drarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora