Capítulo 4.

34 5 8
                                    

Me levanté gracias a una llamada que entraba por mi celular, no mire quién era, solo atendi.

-¿Hola?.-pregunté con la voz algo ronca mientras miraba el reloj que se encontraba en mi mesa de noche, las tres de la mañana, mierda, ¿Quién llama a está hora?.

-Hola muñeca, ¿Cómo estás?.-reconocería esa voz a kilómetros, era Christian.

-Harrison, ¿Qué haces despierto a esta hora? Y encima ¿para que me llamas?.-escupí algo indignada, había interrumpido mis horas de sueño.

-Estoy en la puerta de tu casa, quería empezar con la tutoría, para ir acostumbrarnos para mañana, quizás dormir juntos...-

No lo deje terminar la oración ya que le había cortado la llamada, deje el teléfono en mi mesa de noche y sin importarme que estuviera ahí abajo, me di medía vuelta y me dedique a dormir.

(...)

La alarma de despertó, miro el reloj y eran las 6:30 de la mañana, me sentía mal, pesada. Fui al baño a lavarme la cara y hacer mis necesidades, mi teléfono sonó, salí del baño y mire la pantalla.

Christian, ¿Qué carajos quería?

 De: Christan pesado.
↪Hola muñeca, me dejaste toda la noche en el auto, ¿esto te parece bien?.

Para: Christian Pesado.
                            
                                   Nadie te invitó a venir a mí casa a altas horas de la noche, estúpido..↩

 Le contesté el mensaje y me terminé de preparar, no desayune ya qué estaba apurada, me había demorado mucho pensando en qué vestimenta usar. Salí de mi casa para encontrarme a Christian cargado sobre el capo de su auto, lo vi y me sonrió, solo lo ignore y seguí caminando; Sabía que me estaba siguiendo pero sin embargo, lo ignore.

 -Vamos, Caitlyn. -Dice para luego acercarse con el auto-. ¿Por qué tanto odio?. -Se anima a preguntar-.

-No lo sé, las personas cambian con el tiempo y te das cuenta que no son quienes creías que eran. -Digo con seguridad en mis palabras-. Además, estoy acostumbrada a  juntarme con personas simpáticas y tú... -Me giro para verlo fuera de su coche pero aún con la puerta abierta-. no lo eres, Harrison.

-¿Que tal si te cuento diez chistes mientras nos dirigimos a la escuela?. -Pregunta con una bella sonrisa de lado-. Vamos, nena. -Dice mientras se sube al auto y yo lo sigo-.

 Por un momento, por más mínimo que sea, me sentí bien a su lado, como si aquello nunca hubiera sucedido. Llegamos al estacionamiento y ambos bajamos, él se llevaba todas las miradas desde alumnos hasta el conserje. Decidí que era mejor buscar a Vanessa antes de que la gente empiece a decir tonterías. 

 Ingrese al establecimiento en busca de mí mejor amiga hasta que la vi pegada a su casillero llorando, me acerque rápidamente a ella tratando de saber el por qué de su estado.

 -¿Qué sucede, Vane?. -Pregunte preocupada-.

-Prisilla me quitó mí chocolate con maní. -Hace una pausa para abrazarme-. ¡CON MANÍ!. -Grita nuevamente llamando la atención de las personas del pasillo junto a mí carcajada-.

-Está bien, vamos a la máquina y te compro uno. -Ella acepta y ambas nos levantamos del suelo dirigiéndonos a la dichosa máquina-.

(...)

 Ya han pasado cuatro de las cinco horas de clase por el día de hoy, ahora mismo nos encontrábamos en la clase de historia cada uno sentado con el tutor que se le había asignado y obviamente yo me encontraba con Harrison, pero éste sólo se limita a mirar su celular concentrado.

 Como si hubiera algo importante allí dentro.

 El profesor se digna aparecer, comienza la clase pidiendo disculpas por haber tardado y comenzando a explicar lo que haríamos hoy: nada, absolutamente nada, esas fueron literalmente sus palabras.

-Pero....-Hace una pausa para empezar a repartir hojas en los bancos-. En sus casa sí lo harán, les estoy repartiendo los trabajos que deberán realizar junto a su tutor para mañana. -Comunica el anciano canoso que se está empezando a ganar mí odio-. Tendrá que ser entregado correctamente y hecho en computadora, pero. -Otro estúpido pero-. los tutores deberán sólo ayudar en las partes necesarias. -termina de repartir-.  

 Luego de comunicar lo que sería el fin de mí plan de dormir toda la tarde se retira dejándonos con nuestro supervisor escolar al mando.

 -Bien, haremos esto. -Comienza hablar por primera vez Christian-. Te iras conmigo luego de la escuela e iremos a mí casa a realizar ésta mierda. -Dice él mirando la hoja con fastidio-. 

 Tal vez él también tenía sus planes...

-No puedo, debo cuidar a Emily ya que Teodora se tomó unos días. -Digo recordando que debía pasar por ella a la salida-. 

-Podemos llevarla también ya que estará Noah en casa. -Propone mientras yo recuerdo quién rayos es Noah-. Noah es mí primo. -Dice como si me leyera la mente.

-Bien.-Me limito a decir el resto de la hora-.

(...)

  Ya habíamos retirado al diablillo a la salida y ahora nos dirigíamos a la casa del simio.

-Pon música, Chris. Tu auto es aburrido. -Suelta Emily sin vergüenza-.

 Christian le hace caso a la pequeña y Hannah Montana empieza a sonar por todo el auto.

-Lo siento, a Mí madre le gusta. -Dice mientras su cara se pone roja cual tomate-.

-Sí, claro, niño. -Se burla Em riéndose-.

 Una música totalmente diferente empieza a sonar hasta llegar a la mansión Harrison. Los tres bajamos del coche y caminamos a la entrada para luego ingresar en un mundo de lujos que grita dinero por todas partes.

 Un guapo chico castaño de al rededor de trece años se acerca a nosotros y de reojo puedo ver que las mejillas de mí hermana pequeña se encuentran rojas, un poco más y se le cae la baba así con su mano cierro su boca dándole a entender lo que sucedía. El guapo preadolescente le dice a Em de ir a jugar videojuegos y la pobre ni hablar puede. Al final, ambos se van dejándonos solos en la sala.

 -Siéntate Caitlyn. -Ordena Harrison y le hago caso-. Quiero proponerte algo. -Dice rápidamente y con seguridad-. 

 Oh, mierda...

No feelings.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora