Capítulo 5

31 6 6
                                    


-¿Qué me quieres proponer?. -Pregunte nerviosa-.

-Mira. -Dice mientras se acerca a mí sillón-. Sé que tú me odias y no me quieres ver ni a dos metros tuyo pero te diré la verdad. -Hace una pausa y junta sus manos-. Extraño a mí mejor amiga, aquella con la que me juntaba cuando tenía diez años a comer frituras en su casa del árbol,

>> Aquella con la que pasaba todas las tardes andando en bicicleta por el barrio, aquella con la que le hacíamos bromas a su padre ¿Recuerdas aquella vez en la que pintamos su cabello de azul? ¿O cuando cambiamos su colonia por olor a zorrillo?. -Ambos reímos al recordar aquellas bromas-. De verdad la extraño y la necesito. -Termina diciendo con una sonrisa-.

-¿Me estás pidiendo que volvamos a ser mejores amigos?. -Pregunto confusa

-Sí, Caitlyn. Quiero que volvamos a serlo. -Responde a mí pregunta-.

-Mejores amigos no podemos ser. -Digo y su mirada se vuelve triste-. Pero sí podemos ser amigos o eso creo. -Dije con una sonrisa-.

-Te prometo que no te arrepentirás. -Dice sin parar de sonreír mientras-.

Es la segunda vez que escucho eso.

-Bien, ahora vamos hacer éste trabajo. -Dije para luego empezar a formular respuestas-.

(...)

Luego de 3 horas terminamos nuestro trabajo, ya eran las cuatro de la tarde.

-Bueno..ya terminamos, ¿me puedo ir?-preguntó algo insistente, me quería ir.

-N-no lo sé, quería invitarte a tomar algo, ¿quieres?.-pregunta con un poco de ansiedad en su voz.

*Flashback*

Iba caminando y mirando las vidrieras de centro comercial hasta llegar a la gran heladería. Entré y grandes cárteles con todos los gustos lleno mí visión, había desde frutilla hasta chocolate con maní.

El señor de la caja me sonreía plácidamente, parecía que aquí era todo perfecto. Me acerqué a la caja y pagué mi helado, estaba por retirarme cuando la última mesa del loca llamó mí atención junto a las dos personas sentadas al rededor de ella.

Que extraño, es el mismo reloj que le regaló mí padre a Christian ayer, lástima que está de espaldas así que no puedo ver su cara. Miró a la persona sentada frente a él y me sorprendo, era Marcie, mí prima, tal vez se encontraba en una cita con algún chico de su escuela, ya que desde que me conté que me encontraba en una relación secreta con Christian se había desesperado por conseguir novio.

Me dirigía a la salida cuando veo que el muchacho se levanta de su asiento para acercarse al de ella y comenzar a besarla. Desde aquí podía ver perfectamente su bello rostro.

Mierda y mil veces mierda, era el estúpido de mí novio ¡BESANDO A MÍ PRIMA!. Salgo corriendo de la heladería y del centro comercial llorando como idiota.

¿CÓMO HE PODIDO SER TAN IDIOTA? ¿Cómo ha podido engañarme de ésta forma?.

Llego a mí casa y entro llorando a mí habitación. Desde hoy no voy a dejar que me pase lo mismo otra vez. Tal vez estaré siendo exagerada ¡NO!, no lo estoy siendo, Christian Harrison enamoró mí corazón, es el primer chico al que le entrego todo mí amor, mí estúpido primer amor, estoy tan enamorada de él que tan sólo con ver esa imagen repitiéndose en mí cabeza hace que mí corazón se destroce en miles de pedazos.

*Fin del flashback*

-Oye, Caitlyn. -Dice Christian moviendo su mano delante de mis ojos-. ¿Quieres ir?. -Pregunta por segunda vez-.

-Eh, n-no, lo siento. -Me disculpo tomando mí mochila-. Debo estudiar para biología. -Digo lo último mientras salgo corriendo a la cocina en busca de mí hermana-.

Tomo a Em del brazo pidiéndole que se despida del mini Christian para luego huir como cobarde por la puerta trasera.

Ibamos caminando con Emily, estaba tratando de ocultar las lagrimas que corrian por mis mejillas, pero la mocosa comenzó con sus preguntas.

-¿Qué ha pasado?¿Acaso te beso y no te gusto?.-preguntaba Emily riendo.

-¿Por que no cierras tu maldita boca de una vez?.-pregunté irritada.

Llegamos a la calle donde e encuentra mí casa y Em sale disparando para llegar antes. Yo sólo me limito a caminar despacio procesando todo lo recordado, creí que lo había superado, que había superado mí primer y único corazón roto, pero se ve que no fue así, aún siento algo por aquel mocoso que a sus catorce años se atrevió a decirme te amo para luego convertir ese amor en odio.

Vuelvo a la realidad para observar las grandes cajas marrones en el jardín delantero de los Fitzgerald.

No feelings.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora