Un Uchiha

Un integrante más.

—¿E-embarazada?

Neji Uchiha, ahora un adolescente de 14 años, no podía creer lo que sus oídos escuchaban.

—Así es mocoso. —Afirmo de forma altanera su padre, quien con una sonrisa torcida, se regocijaba en su lugar.

El Uchiha menor, no sabia como contraatacar a su progenitor. Aun se encontraba asimilando la noticia.

Con una sonrisa divertida, Hinata veía como sus dos hombres se mataban con la mirada.

Pero no por ello, dejaba de pensar que esto sería un problema. Tener a dos Uchiha en la casa ya era peligroso, ahora un tercero... Lo peor de todo, es que no sabía, si sería igual de posesivo y celoso que sus dos grandes amores.

—Espero que no. —Le susurro a su, aun, vientre plano.

—¡Le diré a mi tío Neji que abusaste de mi inocente madre! —Un grito de guerra, la despertó de su letargo, haciendo que su mirada se dirigiera a su hijo.

—¿Qué? Oye niño, es mi esposa, puedo tener sexo con ella cuando quiera. —Dijo en modo de defensa, aun con ese tono frío, que con los años, no perdía.

—¡Sasuke-kun, no le digas eso al niño!

—Hina, tu hijo esta grande para saber como se hacen los bebés.

—Si claro, tú echaste a perder mi inocencia cuando tenía 5 años. —Reclamo el chico de ojos perla.

—No entiendo por que preguntaste en ese entonces. —Dijo Sasuke con calma.

—¿Tanto te costaba decirme que los niños eran traídos por la cigüeña?

—No iba a mentirte después de todo ¿Quíen se tragaría ese cuento? Eres mi hijo y confió en que no eras idiota.

—¡Tenía sólo 5 años! —Grito exasperado.

Hinata, escuchaba la pelea que tenían sus dos hombres. Si, esa era su adorada familia.

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—Si tienen suerte, tendrán una hermosa nena. —Dijo emocionada la rubia de ojos claros.

—Espero que si Ino, es difícil tratar con dos hombres. —Comentó riendo la chica de ojos perla.

—Yo que ustedes ni pido una niña. Tu marido no dejara de verla y a ti te dejara en una esquina olvidada. Naruto es así con Ayame. Para él, ya no existo.

Un puchero se formó en la boca de la violenta mujer.

—Lo que pasa es que eres muy celosa. —Contestó burlona la Yamanaka.

—¡Tú que vas a saber, maldita Cerda! Cuando Sai ya no te haga caso, me burlaré en tu cara.

Ambas mujeres empezaron a pelear, ocasionando la risa de la Hyuga.

Cómo si fuera un reflejo, llevo su mano al abultado vientre de 7 meses.

Sólo esperaba que sacará los ojos de su marido, esos que a ella le encantaban.

—¿Hinata, qué tipos de antojos tienes? —Dos pares de ojos la miraban de manera curiosa.

—Ammm... El dulce, mucho dulce. Y helado, Ah y las gomitas con miel. —Una sonrisa enorme se dibujo en sus facciones, haciéndola ver lo más inocente posible.