Aún recuerdo, cuando era niño, los domingos; mi padre se tomaba su tiempo para leer el periódico, mi madre, sin prisas preparaba el desayuno, y nosotros, mi hermana menor y yo, aprovechabamos y dormíamos tanto como el cuerpo nos lo permitía.
Cuando yo ya me encontraba satisfecho bajaba de manera pesadumbrada las escaleras aún en pijama y encontraba a mis padres conversando de cosas triviales.
Quizá para muchos esa es una imagen un tanto tradicionalista, quizá para otros también sea convencionalista y para otros tantos machista. Puede que lo sea, eso y muchas cosas más.
Pero a mis ojos era la imagen de lo que yo deseaba en mi futuro.
Mi madre amaba cocinar, decía que la relajaba y la satisfacía ver nuestras caras saboreando sus platillos. Mi padre, por otro lado, amaba que mi madre le cocinara.
Ambos tenían, aún después de varios años de casados, ese brillo en su mirada y esa sonrisa pícara, que, aunque me duela admitir, mostraban cuando se miraban de manera un tanto lasciva.
Eran juguetones entre ellos y sin duda se amaban; aún lo hacen.
Ahora, mi padre con tal de deleitarse con los platillos de mi madre la acompaña a bailar danzón a un kiosco cerca de su casa. Es bastante gracioso ver a mi padre refunfuñando y a mi madre con sus ya notorias canas, sonriendo como cuando era joven.
Sin duda yo quiero eso, una mujer a quien mimar, amar y desear, tanto como ella a mí.
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Mírame A Mi
RomanceLa primera vez que la vi fue un cliché. La primera vez que la vi su mirada me cautivó. La primera vez que la vi su sonrisa era radiante. La primera vez que la vi trataba de reír discretamente por un chiste absurdo. La primera vez que la vi nuestras...