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Camino con calma por el sendero de tierra del pueblo. Todo el lugar estaba abarrotado y acumulado de personas que iban de aquí para allá con carretas, canastas y vasijas llena de leche. Parecía que era una época ajetreada y todo se debía al cumpleaños del príncipe mayor.

Había escuchado en la mañana por bocas de las criadas que era su familia, que parte de la comitiva que representaba la corona iba a ir para elegir los mejores alimentos para el banquete, también elegir los mejores objetos que posiblemente podrían ser el regalo del príncipe. Por esa razón todo estaba como un gallinero.

Siguió caminando ignorando algunas miradas hacia su persona. Sabía que no era muy atractivo, especialmente por las cenizas que cubría su ropa, pero eso no significaba que algún depravado quisiera propasarse. No quería imaginarlo, porque esto solo pondría alegre a su padrastro que solo lo quería ver sufrir en su desgracia.

Apenas paso por la cantidad de personas, su dolor en la espalda causadas por las marcas que dejó su padrastro en su cumpleaños, habían sido tocadas sin querer al chocar con las personas que no eran capaces de mirar lo que tenía al frente.

Le dolía a pesar que había pasado dos días de esto. Al parecer no se iba a cerrar y es que heridas de antes habían sido abiertas de nuevo.

Aún se preguntaba porque no salía de esa casa para siempre y había solo un nombre que lo detenia.

Geremy.

Ese chico que lo consideraba su hermano, no, que era su hermano, estaría solo y cargaría con lo que él cargo en su espalda por años siendo maltratado. Sabía que Geremy no sería capaz de soportar todo, el joven de dieciséis años no lo soportaría. Por eso había tomado una decisión de que esperaría a que el menor cumpliera los dieciocho para salir de aquel lugar y llevárselo a otro lugar.

Quizás la edad de la madurez eran los catorce o quince años, pero los dieciocho era la edad necesaria para que dos donceles trabajaran. Estipulado por las leyes que dejó el rey, que aún seguía vivo.

Así que soportar dos años más para poder encontrar la libertad. Para poder quitarse las cadenas que sostenían sus alas con fuerza y salir volando como un ave libre.

Cuando llegó al puesto de quesos, la señora Celina le sonrió. Era una mujer que no pasaba los treinta años y aunque estuviera casada, no tenía hijos dando entender de su infértil útero. Pero ella siempre decia que no deseaba un hijo, no cuando ocupaba mucho tiempo que dedicaba trabajando.

-¡Calypso! Que bueno verte, pequeño-ella salió de la tienda para acercarse a él y abrazarlo con fuerza.

Reprimió un gemido de dolor, pero en su rostro se pudo ver que estaba sufriendo, cosa que no paso desapercibido para la mujer mayor.

-¿Te encuentras bien, querido? -solo asintió. Eso no convenció a la mujer.

-Si, igualmente es bueno verla señora Celina-le dio una dulce sonrisa que cautivo el cálido corazón de la mujer.

—Oh, pequeño, si tienes problemas, solo dímelo ¿Si? —agradecía la amabilidad de la mujer, pero era algo que debía resolver él, o eso pensaba.

—Claro que se lo diré—mentía, pero por un bien, se decía.

—De seguro vienes por lo de siempre, te lo tengo por aquí cariño—ella se alejó de él para adentrarse a la tienda y buscando en una de las canastas.

Ella lo puso en una bolsa de tela, perfectamente decorada y que cobraba con el queso.

—Aquí tienes príncipe, son cuatro de oro—eso sorprendió a Calypso notando que el precio era más bajo que antes—. Y no te preocupes, solo porque eres tú te hago un descuento.

—Gracias—tomo la bolsa de tela. Hizo una reverencia después de pasarle las monedas.

Cuando se dignaba a volver a su camino, alguien tropezó con él botandolo al suelo. Su espalda fue el causante de que soltara un gemido adolorido que sorprendió al que lo miraba.

Lo ayudó a levantarse, lo cual lo dejo desconcertado y lo arrastró.

Oh no, sus miedos se estaban haciendo realidad.

Iba a ser abusando por un desconocido que tapaba su cara solo mostrando unos hermosos ojos como el color de la esmeralda.

Pero noto que estaba siendo perseguidos y por alguna razón, quiso ayudar indicándole un callejón que conocía muy bien cuando debía correr de aquellos que quería deshonrarlo.

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Lo sé, lo sé, se que es corto y que no está tan interesante. Y que debí publicar algo, pero la inspiración no es algo que me llega hace mucho.

Publicaré de a poco.

Además este capítulo revela más de lo estipulado y que si sacan una conclusión, me gustaría saberla. Sería interesante saber que pasa en sus mentes 😉

Cuento N°2: A Media Noche-Crónicas Cuentos Del Ayer (Gay/Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora