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El baile del príncipe, pronto rey por su difunto padre que murió hace medio año, sería en dos semanas. Doncellas, donceles y otros más de cualquier clase social aparecería en aquel lugar.

Deo decía que era para encontrar a la futura reina que necesitaba el príncipe. Calypso sólo pensaba que era para decir su compromiso (que se rumoreaba), pero las esperanzas de Deo fue más fuerte e Imre cayó en eso.

Ambos donceles estaban decididos en conquistar al príncipe, bueno, uno de ellos, pero lo que estaba seguro es que el príncipe escaparía apenas conociera a Deo.

Ningún hombre duraba al lado de ese doncel, la mayoría escapaba al día siguiente.

Era mejor que Deo se casara con el duque y no diera pena.

Dejando eso de lado, la tarde se pasaba dando de comer a los animales. Corén estaba feliz de ver que su dueño lo alimentará, aunque había alguien más que le daba recompensas al cuidar a Calypso.

El establo, por decisión propia, fue un lugar donde se veía con Adley y hablaban de temas sin importancia. Calypso sabía que no podía cambiar al ladrón, menos cuando se crió así, pero esa parte también le gustaba.

Si, era un ladrón, pero como antes sabía, uno bueno.

Dejo algo de paja para Corén. Tarareaba una canción que su madre siempre le cantaba y cual servía para alejar las pesadillas de Geremy.

Dio un simple paso hasta que sintió como su cintura era rodeada por unos brazos fuertes.

—¿Qué? —pataleo en busca de su liberación, pero nada.

—Es inútil que lo hagas, querido—la voz de Imre era inconfundible.

—Imre—el hombre que lo sostenía lo hizo girar.

—Serás un buen regalo de cumpleaños para mi primo, el duque y ciertamente él deseo que esto pasara—en sus manos se podía ver el dinero que había cobrado a cambio de Calypso.

Esto no podía estar pasando, claro que no y debía salvarse a sí mismo. Siempre sería así.

—Yo no diría eso, si fuera tú—Imre grito cuando sintió la punta de la espada en su espalda.

Calypso reconocería a ese hombre que estaba cubierto, excepto esos ojos esmeralda.

Era Adley y venía a salvarlo.

—Ahora suéltalo, vendrá conmigo—el hombre que lo sostenía no hacía nada.

El doncel menor, sabia que era algo bajo para el hombre, pero eso no implicaba que no utilizará los movimientos que Adley le enseñó para defenderse.

La fuerza no era lo suyo, lo comprobó cuando se enfrentó a Adley en ese mismo lugar, pero si la resistencia y un buen cabezazo.

Su cabeza bajo y se levantó de nuevo con toda la fuerza para pegarle al mentón al hombre. Eso fue suficiente para que lo soltara, mientras ente intentaba para la sangre que la lengua cortada provocaba.

Adley empujo a Imre haciendo que cayera al suelo, lo dejo desorientado y con desesperación tomo la mano de Calypso para sacarlo de ahí.

No dejaría que el doncel volviera a ese lugar donde no lo quería, incluso no sabía cómo Calypso aún soportara eso. Los maltratos y violencia que iba más allá de lo físico.

¡Por todo lo Santo! Calypso se merecía mucho, más de lo que un ladrón, príncipe o rey pudiera darle.

Merecía todo.

Amor, cariño, riquezas, las estrellas, la luna, el universo.

Todo.

Corrieron por el bosque hasta perderse en ellos. Así el padrastro de Calypso no lo encontraría.

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—¿Cómo te encuentras? —le entrego una taza de té que fue recibido con gusto.

—Bien—mantuvo el silencio, pero una mano en su cabello hizo que dejara de beber el contenido.

Habían llegado al lugar donde por el momento Adley habitaba.

Una cabaña en el bosque, cerca de un lago. Según Adley, es un lugar donde viene a descansar de sus deberes antes de ir al verdadero lugar donde se encuentra los ladrones.

Un lugar muy bonito para su vista.

Pero el tacto lo estaba desconcentrando.

En el primer momento que Adley lo acarició en el bosque, su cuerpo se estremeció en busca de más.

La mano descendió hasta llegar a su mejilla. Los ojos del mayor se conectaban con los suyos con un toque hipnótico.

Sin darse cuenta, por si mismo buscaba las caricias al restregar su mejilla en esa mano como un gato que quiere que lo acaricie.

Adley sonrió un poco, pero no quería aprovecharse de Calypso que estaba vulnerable.

Sabía cuánto anhelaba al doncel, cuanto lo deseaba y cuánto había caído en él.

Era único.

Pero ese único tenía marcas.

—Quiero ver tus heridas, Calypso—el doncel se estremeció y se alejó del contacto.

No, no dejaría que los viera. Adley sentiría asco de su cuerpo, él mismo sentía asco de si mismo. No haría eso.

—No, no, no, no, no—se levantó de golpe soltando la taza que por suerte no se rompió, pero si derramó el delicioso líquido.

Adley comprendió, pero a la vez no.

¿Acaso Calypso no le tenía confianza?

Suspiro para levantar la manga de su camisa dejando ver lo que escondía.

Los ojos de Calypso se abrieron de horror al ver las cicatrices y quemaduras tan parecidas a las suyas.

—Yo igual fui maltratado, escape—llevo sus manos a los botones—. El rey de los ladrones me adoptó como su hijo—empezó a desabrochar la camisa dejando ver heridas más notables.

En su tiempo, las heridas parecían profundas, hoy sólo eran recuerdos en su cuerpo.

—Mi madre era agresiva conmigo, todo empezó cuando padre se fue de casa—se saco la camisa quedando desnudo de torso—. Padre era agresivo con ella sólo por ser mujer, él detestaba a las mujeres y donceles por el mero hecho de existir, y como tal, la lastimaba—cerro los ojos.

Calypso se empezó acercar a él.

—Empezó con maltratos de palabras, pero después fue físico, él nunca me tocó, aunque ella desquito su odio hacia los hombres hacia mí, a su hijo y sólo por el mero hecho de que me parezco a él físicamente—abrió los ojos cuando sintió el tacto del menor—. A igual que tú, yo tengo cicatrices que quizás desaparecerán con el tiempo, pero las internas nunca, por eso quiero conocer las tuyas, las que son visibles—su cuerpo estaba estremecido por ese tacto único.

Lo había tocado antes, pero nunca el doncel a él y era diferente, una corriente que pasaba por su espalda y un cálido cosquilleo en el estómago.

—Lo haré, sólo espera—una dulce sonrisa apareció en esos labios que tanto anhelaba besar.

—Esperaré.

Cuento N°2: A Media Noche-Crónicas Cuentos Del Ayer (Gay/Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora