Un número más ~/ Miguel Rivera x Marco de la Cruz x Hiro Hamada

Quien les viera

Hiro despertó, se escuchó un fuerte golpe en la casa vecina. ¿Que habrá pasado?

Sollozos se escuchaban, Hiro se estremeció, era Miguel.

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Hiro tenía un debate interno, se encontraba en frente de la puerta del Rivera, dudaba en tocar la puerta o llamar a la universidad y decir que siempre no estaba enfermo.

Tadashi lo veía y negaba lentamente.

Con todo el valor que pudo juntar Hiro tocó el timbre (al parecer no lo vio en su última visita). ¿Miguel querrá verlo?

No supo del ambos morenos desde su pleito con Miguel. Hiro asumió que le contó a Marco y este último le prohibió verlo.

Salió de su debate al escuchar como abrían la puerta, allí bajo el marco de la misma se encontraba su morenito.

Miguel estaba despeinado, aún traía su pijama puesto y sobre este una bata mal amarrada, volteo a ver su rostro, sus ojos rojos he hinchados, grandes ojeras y una marca rojiza en su mejilla.

-Buenos días Hiro

-B- buenos días Miguel -calló un momento - Quiero disculparme por hablar mal de tu... - se le revolvió el estómago, le dolía - esposo.

-Ya, no importa, estamos bien.

-Miguel -el susodicho volteó a verlo - anoche escuché un fuerte ruido ¿Paso algo?

El moreno tembló levemente las escenas de lo ocurrido la noche.

Marco había llegado molesto, de la Cruz le mostró una foto que había sido publicada en un grupo de fans del más joven, en esta se apreciaba a Miguel muy sonriente abrazando a un asiático, con greñas de niña.

El moreno venía tomado, no lo consideró, lo golpeó tras esto solo argumentó 'Si te preguntan di que te haz caído en el baño'

-N-nada, ayer me caí en la ducha, eso es todo -evitó el contacto visual con el asiático, este lo conocía tan bien como para darse cuenta que Miguel mentía.

Después de hablar un rato Hiro se retiró, antes de entrar por la cafetería, visualizó como llegaba Marco a la residencia, con un enorme ramo de rosas.

Hiro juraba que cada rosa era por una vez que le puso el cuerno. Miguel recibió a su marido con una gran sonrisa, ambos se abrazaron. Hiro no lo soportó más y entró a casa.

Reprochándose así mismo antes de ir allá

No te metas Hiro