Capítulo 2.

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- Es Increíble

- ¿Que cosa?

- La película estuvo de lo mejor a pesar de que ni siquiera le presté atención.

- Creo que la película no fué precisamente lo mejor.- Rió.

- La verdad no. La mejor parte fue cuando la señora y la tal Sophia pidieron silencio, con la Señora casi me carcajeo en su cara, y con Sophia igual, sólo que no fue precisamente ella la que me causaba gracia, sino tu.

- ¿Tenía cara de payaso o algo por el estilo?- Preguntó de lo más divertido.

- Te mirabas.. No lo sé. Tu atorandote y ella se hacía y deshacía por ti - No pude evitar Reír.

- Si muy gracioso - Sonó sarcástico - ¿Vamos por un Té Helado? ¿O tu deliciosa granita?- Continuó.

- Las Dos gracias.

- Vamos entonces - me tomó de la mano.

Escogimos por entrar  a Te&CoffeGreen, que era una especie de pastelería y cafetería. Yo no era muy fanática del paladar gustativo dulce, mucho menos si se trataba de pasteles pero había algo en especial que me facinaba de Te&CoffeGreen que sin lugar a duda era su Granita de Kiwi o el Té Frío; Y Matth lo sabía, sabía que eran mis favoritos.

- ¿Me esperas en la mesa mientras ordeno? - Dijo Matth buscando alguna caja desocupada.

- Te acompañaré

- Vale

Le seguí los pasos, las filas para pagar estaban de los pelos, mucha gente, poco y lento servicio. Mientras hacíamos fila platicabamos y reímos de algunas estupideces. Algunas parejas de ancianitos nos miraban con ternura, y algunas chicas a mí me miraban de reojo ¿Cuál era su problema?

- Podríamos ser novios y les daría igual - interrumpió un tanto serio.

- ¿Qué pasa?

- ¿Acaso no sientes las miradas acosadoras de los estupidos de la mesa de atrás?

Hice la mirada hacia atrás, me encontré con tres idiotas que no dejaban de verme el trasero. Para mi suerte llevaba Short.

- Gracias por avisar - Dije mientras me ponía adelante de Matth para evitar las miradas incomodas de esos idiotas.

- ¿No quieres que vaya y les rompá...

- No es Necesario, Gracias.

Matth no era celoso, bueno, sólo un poco, pero no de la manera que creeen. El cuidaba y protegía de mi como un hermano protege a su hermana menor, no como un novio cela a su novia. Lo dije antes, el era en cierto modo mi hermano.

Eso me agradaba, tal vez no tenía un novio o pretendiente que me celara, pero tenía un mejor amigo que si lo hacía, lo hacía no por perjudicarme, sino porque realmente valía para el. Como el lo valía para mi.

Olvidamos el asunto, y la fila avanzó, Matth Ordenó, pero no le escuché qué.

Compró dos Granitas de Kiwi, un Té Helado y dos galletas de Chocolate. De mi lado puso dos bebidas, Té y una Granita junto con mi galleta. Y de su lado la Granita sobrante y la otra galleta.

- No tenías porque... - Me dirigí hacia él mientras me explicaba que las dos bebidas eran mías.

- No importa, solo come.

- ¿Ya has sabido de la fiesta de Karen?

- Algo así.

- ¿Te invitó?

- Algo así.

- ¿Algo Así? - entrecerré los ojos.

- Veras ¿Recuerdas a Lucy?

- Si, si no estoy mal, es o era la que te gustaba.

- Es, o al menos eso creo.

- Entonces cuál es el problema.

- Ella ya tiene pareja, y yo no.

- Busca a alguien más.

- No lo sé.

- Vamos, las Chicas no comemos, invita a alguien más.

- Lo pensaré, Gracias.

Reí.

- ¿Tu tienes pareja ya? - volvió a decir Matth mientras tomaba un sorbo de su bebida.

- Claro

- ¿Quien es?

- Mi Soledad y yo - anuncié de tono sarcástico.

- No enserio ¿Ya tienes pareja?

- Aún no me interesa nadie.

- Lo siento, Lo entiendo.

Matth desviaba un poco el tema, Alejandro había sido mi novio, pero nos conocimos gracias a Matth. En una fiesta, estaba sentada en la mesa de chicas, Matth hablaba con un desconocido, era Alejandro, me lo presentó, hablamos bailamos y luego de ese día el intentó seguir contactandome. Y mi error fue seguir la jugada, nunca tenía porque prestarle atención, no a ese estúpido.

- ¿Matth estas bien? - Interrumpí.

- Fué Mi estúpida idea presentarlos..

- No Importa, no tienes que sentirte culpable, mucho menos por algo que no es culpa de nadie.

- Lo sé... pero encontrarás al indicado, lo sé.- me dió un suave codaso.

- No me preocuparía quedarme solterona.

- ¿Con siete gatos? - Preguntó con una carcajada.

- Que sean perros - reí aún más.

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