Capítulo Cuatro.

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¡Vaya! ¡Que pequeño es el mundo!

- ¿Susan? - volvieron a decir tras de mi.

Nathalia, me había contado ya la situación; recibía mensajes, llamadas, y algunas veces hasta enviaba cartas. No quería ella saber de él, y por mi parte, mucho menos. No quería que se acercara a ella y la lastimara otra vez.

Así que La primera idea que tuve fué, abofetearlo. Luego pensé en golpearle las pocas bolas que tenía. Pero Realmente la que tenía que poner en práctica porque lamentablemente era las más coherente, era seguir caminando, e ignorarlo. Pero me tomaron por el hombro, impidiendome caminar; así que no hice más que tomar una respiración profunda, y darme la vuelta.

Como amiga de Nathalia, sentía la necesidad de matarlo ahí mismo, pero no podía. Aunque claro que ese gusano lo merecía ¡Vaya si no! ¿Engañarla, y luego buscarla sólo por ayuda económica proveniente de Nathalia? ¿Creía que ella era su Idiota o qué? ¡No, Ya sé! Él pendejo ese carece de cerebro. Lo apuesto.

- André.. Tan.. ¿Que haces aquí? - Pregunté al fin encontrando las palabras correctas.

- Hola linda. Yo muy bien gracias ¿y tú? - Exclamó con sarcasmo.

- Hola.

- ¿Como haz estado? ¿Y Nathalia?

Idiota, no había palabra mejor para describirlo ¿Cómo diablos se atrevía a preguntar por Nathalia?

- Pues, siendo una sensación, tanto para las envidiosas chicas, como para los tíos sexys - respondí fría, queriendo darle envidia.

- .. ¿En serio?

- Oh por Dios, ¡Sí! Está tan linda, que los chicos andan como perros tras ella.- Seguí el juego al verle la cara.

Era posesivo, y no le gustaba que le contarán que tías con las que había salido estubieran tan buenas, ya que apuesto a que en momentos como este se arepentía de haberlas dejado ¡Pero claro! Su orgullo no sería capaz de hacerlo decir: «Mierda, ¿Por qué la alejé de mi?

El juego de darle celos comenzaba a gustarme. Nathalia era una mujer bella, y obvio, tenía tíos tras ella, pero decidí exagerar un poco la historia.

- Está extremadamente feliz con su novio.

- ¿Novio?

- Así es, muy apuesto por cierto. Nada comparado a tí - Comenzé a insultarlo.

- Gracias - sonrió a medias.

Creo que pensó que era una broma, pero no, lo insulté en serio.

- ¿Que es lo gracioso?

- La forma en la me insultas sarcásticamente.

- ¿Sarcásticamente? - estallé en risas - Idiota. No es sarcasmo, esto va en serio. Apestas, eres un idiota, ¡El Idiota más grande del mundo! no te vuelvas a acercar a mí, y mucho menos a Nathalia. Largate, porque ¡NO ESTOY JUGANDO! Deja en paz a mi amiga o te corto las pocas bolas que tienes. Si es que tienes - Solté histéricamente.

Vaya Susan, Como cambias de humor en un segundo, creo que esta vez me pasé.

Sonrió, yo tragué saliva, y seguí hablando. Su sonrisa me decía que era tan idiota, que aún no se lo había creído.

- Yo... talvez..

- Tal vez debas pedir perdón si lo dijiste en serio - desafió.

- ¿Perdón?

- Si, perdón.

- Perdón deberías pedir a Nathalia.

- Y ¿Por que diablos debo hacerlo? ¿Que le hice?

Juro que estuve a punto de dar un puñetazo, No me importaría si me hubiera lastimado. Algunos chicos decían que no era tan debil como yo creía; Así que me armé de valor empuñe mi mano y estuve a punto de lanzarla  a su estómago. Pero me detuve.

- ¿Te detienes? - Sonrió.

- No. - Dejé que mi mano cayera en su estómago.

Mis pirenas temblaban, no podía haber hecho eso yo. La gente miraba alrededor, Andre estaba un poco desconsertado. No sabía que hacer, me miraban y señalaban y yo no hacía más que.. nada. No podía hacer nada. Realmente lo solté tan rápido que ni yo pude darme cuenta de que había hecho todo este escándolo.

Alguien me tomó por la cintura apartandome, creí que era Mishell, pero no. ¡Diablos! Debe de ser los de seguridad.

Di la vuelta, y me encontré con un bello rostro, piel Castaña, pelo café.. Esperen, ¿Ojos miel? ¿Era Matth?, Era él. Sus inconfundibles ojos, con ese brillo único, complementado del color indescriptible, azul, miel y un poco de color gris en ellos. Nuestras miradas se encontraron, su mirada lo hacía parecer ¿Preocupado?

- ¿Matth?

Fingí no oirme y habló:

- Señorita, debe salir ahora mismo, no nescesitamos espectáculos de más - me tomó de la muñeca, arastrandome hacia la salida.

Me dejé llevar porque sabía que si me soltaba iría directo a Andre.

Fuera del salón el tomó la palabra.

- No vuelvas a hacer eso. Sabes lo que haría un hombre idiota como ese ¡Gracias al cielo no te tocó! - Gritó.

- Creo que no era lo correcto, pero te juro no pude más.

- ¿Y Nathalia? ¿Que hará cuando lo sepa?

- Me felicitará.

- Qué sínica eres. - me envolvió en sus brazos.

Nuevamente ahí estaba Matth, cuidando de mí. Aspiraba el aroma de su loción, tenía un olor verdaderamente embriagador. Recosté mi cabeza en el hueco de su hombro, suspiré y volví a decir.

- Lo siento, arruiné tu día.

Rió

-Para nada, es un gusto verla casi todos los días - Soltó una carcajada.

- ¿Y Mishell? - cambié el tema.

- Estará bien. Vamos a casa.

- No la dejaré sola aquí.

-No lo está - señaló hacia ella quien coqueteaba con el primo de Matth.

Reí.

Me tomé del brazo de Matth y volví a tomar la palabra.

- ¿Entraste fingiendo ser un guardia de seguridad?

- No.. No lo sé. Sólo entré y quise parecer mayor para sacarte de ahí.

Volví a reír por la inmadura respuesta de Matth.

- Gracias, supongo.

- Me debes una.

- Muchas diría yo - rió.

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