Prólogo

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Maldita sea Sophie, ¿porque siempre tienes que dañar las cosas?

Eso es lo que le reclama su conciencia una y otra vez, pero no hay una respuesta para esa pregunta.

Ella es diferente. Es un enigma difícil de descifrar, o quizás, uno que ya no tiene solución.

O eso piensa ella.

—Esto no puede seguir así Joseph, tengo miedo de que se ponga peor, ya estoy cansada de esta situación —su madre se escucha realmente agotada.

—Lo sé cariño, yo también tengo miedo. Te prometo que todo estará bien —le contesta su esposo soltando un suspiro mientras la abraza y le caricia la espalda. Sophie al escuchar los sollozos de su madre sabe que esta vez metió la pata hasta el fondo.

Ella no soporta escuchar y ver a alguien llorar, y más si es por su culpa. Sin hacer ruido, toma sus cosas y sube las escaleras para llegar a su habitación. Al entrar a su habitación, cierra la puerta y se acerca a su cama para luego tirarse en ella boca abajo.

Realmente la cagó esta vez.

Su madre nunca se había visto tan afectada como esta vez.

Pero ella es como un imán y por más que intente evitar los problemas estos siempre buscan la manera de llegar a ella. Tampoco puede evitar ser explosiva e impusilva, ella es así.

Muchas cosas han pasado para que ella sea así, pero eso no justifica su comportamiento, aunque ella se esfuerce por creer lo contrario.

Unos suaves golpes en la puerta llaman su atención.

—¡Adelante! —gritó para que la persona tras la puerta la pudiera escuchar. Y definitivamente la escuchó.

—Hija —la cabeza de su padres se asomó, su padre la miró con una sonrisa de lado pero su madre tenía cabeza gacha, Sophie inmediatamente se sintió mal—. ¿Podemos hablar? —Oh, oh. Esas palabras nunca eran buenas, y ella lo sabía.

—Sí, claro —dijo en un bajo murmullo.

Su padre se acerco, sentándose en una esquina de la cama queen que ella le había rogado tener hace algunos años atrás. Su madre se quedó de pie, justo al lado de su esposo.

—Hija, sabes que te amamos, ¿verdad? —ella asiente confundida—. Lo que hiciste hoy estuvo mal Sophie, te han expulsado del colegio, ¿entiendes la gravedad del asunto? —dijo alzando un poco la voz, pero soltó un suspiro antes de soltar la noticia que de seguro haría que su hija explotara cual bomba atómica.—Afortunadamente hay una solución. Te vas a ir a a vivir con tu hermano y estudiarás en su academia — ¡¿Que?!

Esto debe ser una broma -pensó-

—¿Estas hablando en serio papá? —su padre no responde, sus ojos se abren como platos y su respiración se acelera al igual que un toro listo para atacar a su presa—. ¡No lo puedo creer! ¡¿Tan desesperados están que buscan cualquier forma para deshacerme de mi?! —

—Hija, no digas eso. Sabes que no es verdad. Queremos lo mejor para ti, porque te amamos. Pero esto no puede seguir así, ya hablamos con el director de la Academia y ha aceptado aceptarte aún cuando ya estamos a mitad de semestre, no hay nada que puedas hacer para evitar esto Sophie, vas a ir, quieras o no —dijo su padre con voz firme.

Increíble

—Te amamos hija, y solo queremos lo mejor para ti —dijo su madre con la voz ahogada. Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas y su pecho temblaba, sentía un vacío inexplicable.

Sophie se sentía extraña. Por un lado estaba feliz, sería una nueva oportunidad, tendría el chance de alejarse de ese lugar que solo le había causado dolor, tristeza y sobre todo...problemas. Pero por otro lado, se sentía triste, dejaría a sus padres por quién sabe cuanto tiempo.

Ella más que nadie sabía que estaba dañada, rota y vacía. Y eso no sería fácil de arreglar.

~♡~

Aquí les dejo el prólogo.


Nos leeremos pronto💜


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