capítulo 3

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—Necesito que me hagas un gran favor.

Tyler detuvo el avance del cigarrillo a su boca y miró de reojo a la mujer que había aparecido de repente a su lado y se recostaba en su carro con el mismo desenfado que él, o al menos, eso aparentaba.

—¿Qué clase de favor? Y tal vez lo más importante ¿Por qué yo? —preguntó con un tono cortante tan identificativo de él.

Catalina se removió incómoda, ya no le parecía tan buena idea lo que se le había ocurrido. Durante las horas de la clase de lengua, a la que tampoco había asistido porque el salón solo le causaba depresión, había reconsiderado bastante la idea, evaluado los pros y los contra, y llegado a la conclusión de que no tenía nada que perder si lo intentaba, a parte de su dignidad, claro estaba. Qué el rechazara su pedido era un posibilidad muy humillante y bastante probable, pero Catalina quería aferrarse a la suposición de que por agradecimiento, él accedería. Además, sería solo por tiempo limitado, un mes más o menos, hasta que pudiera demostrar a Alejandro que si era capaz de atraer a alguien, aunque fuera alguien tan antipático como Tyler. Cuando lo halló solo en la salida del instituto, vio la oportunidad perfecta para plantearle su plan, pero no contaba con que el valor la abandonara, aunque debió suponerlo, era cobarde por naturaleza.

Tyler se llevó el cigarro a la boca e inhaló para luego soltar lentamente el humo. Catalina se tapó la nariz. Odiaba el humo del cigarrillo.

—¿Y bien? —insistió con impaciencia—¿Qué quieres?

—Yo...eh...nada, olvídalo—dijo antes de girar en dirección contraria y emprender el camino de regreso a su casa.

No podía hacerlo, por supuesto que no. Menos si de él se trataba. Era Tyler Carrozo, se reiría en su cara y ella quedaría como una tonta. Debería recopilar un poco de su dignidad y olvidar el asunto ¿por qué le importaba tanto lo que aquella pareja pensara de ella? No valía la pena, se repetía, pero no ayudaba a que su orgullo herido se sintiera mejor. Estaba por cruzar la misma calle en donde casi la atropellan la otra vez, cuando el mismo carro obstaculizó su camino estacionándose frente a ella.

Ella, sumida en sus pensamientos, tardó demasiado en reaccionar, y para cuando comprendió todo, él ya se había bajado y colocado frente a ella.

—¿Qué quería pedirme? —insistió el chico bloqueándole el paso.

Catalina se sorprendió de que la hubiera seguido solo para eso.

—Nada—respondió—era un tontería, olvídalo—intentó pasar de largo, pero el volvió a bloquearla.

—Dime—se empecinó y Cata tuvo ganas de gritar de exasperación—¿tiene algo que ver con lo que viste esta mañana?

Ella empezó a negar con la cabeza, pero de pronto, una idea empezó a tomar forma en su mente, una idea muy buena, pero que, concluyó segundos después, sería caer demasiado bajo.

—Olvídalo—repitió y esta vez, si pudo esquivarlo y seguir su camino.

Cuando llegó a su casa, llamó a Ara con ganas de desahogarse, y su amiga, que por suerte solo vivía a dos cuadras de su casa, fue a verla.

—¿Por qué no lo hiciste, Cata? Era una idea estupenda.

Catalina le había contado lo que había escuchado decir a Alejandro y Sofía, lo que había visto en la cancha, y lo que había planeado hacer, incluso que pensó en chantajearlo pero a la final se había arrepentido. Ara y ella no tenían secretos, y necesitaba que alguien la consolara; al contrario, su amiga la estaba instando a actuar mal.

—Porque yo no soy así, y sería caer demasiado bajo.

—Claro que no—replicó Ara—es un trato donde ambos ganarán. Además, a Tyler Carrozo le vendría bien un escarmiento por andar metiéndose con la novia de su supuesto amigo. Eso es desleal, Cata, las personas desleales no merecen consideración.

Catalina analizó un momento esas palabras, pero al final, terminó negando de nuevo con la cabeza.

—No puedo. No lo haré. Me olvidaré del asunto y ya.

—¿Y dejar que ellos crean por el resto de su vida que tenían razón? —atacó Ariana aún más indignada que ella—ni hablar Cata. Tienes que salvar tu orgullo.

—¿Perdiendo mi dignidad en el proceso? —replicó— lo siento, Ara. No pienso desprenderme de lo único que me queda. Era mala idea del novio, conseguir uno mediante un chantaje es aún peor.

—No estarás perdiendo tu dignidad—insistió su amiga—solo les vas a dar una lección que se merecen, y a Tyler también, a ver si aprende un poco de valores.

Cata iba a volver a negar con la cabeza, pero Ariana se adelantó.

—Piénsalo, Cata. No será por mucho tiempo. Darás una lección a esos tres que se la merecen; la gente dejará de verte como "alguien incapaz e tener una relación" y terminarás tu último año como un triunfadora ¡Debes hacerlo!

—Tyler me odiará—declaró.

—¿Qué importa? A ti también te cae mal, y posiblemente, después de que termine el año escolar en tres meses, no lo vuelvas a ver más. Todo quedará como un recuerdo. Piénsalo, Cata.

Ariana se fue y Catalina se pasó las horas del día pensando en si valía la pena o no hacerlo ¿Podía Ariana tener razón, y todo saldría bien? Sería solo una pequeña lección, para los tres. Ella repararía su orgullo y al final todo acabaría bien?

¿Por qué no? Se dijo al final. No siempre tenía que ser buena. Eso solo le había causado tristezas. No creía que hacer algo un poco reprobable en su vida fuera a condenarla al infierno. Lo haría, se decidió, y sería al día siguiente.

"Puedes hacerlo, Cata, puedes hacerlo" se repitió constantemente mientras entraba a donde veían clases de ciencias. Sabía que Tyler era el primero en llegar porque varias veces se lo había encontrado solo cuando ella, que también llegaba varios minutos antes, entraba. Solía ignorarlo y sentarse tranquila en su puesto hasta que llegara el profe, pero en esa ocasión, entró decidida y se sentó a su lado. Antes de que él pudiera dar voz a sus pensamientos, ella dijo.

—Te propongo un trato, Tyler Carrozo. Por motivos que no te interesan, necesito que finjas ser mi novio por un mes, más o menos. A cambio, prometo no decirle a tu amigo que estabas fornicando con su novia en lo vestidores de la cancha.

Ya está, lo había hecho, y también se había arrepentido, comprobó al ver su expresión.

Amor, y otras complicacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora