Incomprendido

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DISCLAIMER: Los personajes y lugares le pertenecen a Akira Toriyama.

[...]

Por enésima vez en el día, escribió en su cuaderno. Jamás se le había hecho tan pesada una actividad. Gohan suspiró, mirando su reloj: ¡cómo deseaba que la clase terminara!

—Y éste es el trabajo que les corresponde traer para la próxima clase —terminó el profesor de historia, con una tiza en la mano—. Lo entregarán a modo de ensayo, ¿quedó claro? —en eso, el timbre de cambio de hora sonó en el pasillo— Bien, eso es todo. Cualquier consulta, a mi oficina...

Al instante, los estudiantes se levantaron de sus lugares, despidiéndose del profesor, mientras guardaban sus cosas para salir al recreo. Shapner e Ireza conversaban muy animados sobre una fiesta que planeaban hacer en casa de la muchacha, por el cumpleaños de un amigo. Videl los escuchaba y reía, pero su mente no estaba del todo enfocada: desde su sitio, pudo ver a Gohan contemplar su cuaderno con seriedad. Una actitud muy extraña, para alguien tan risueño.

Esperó que sus amigos se marcharan del salón y aprovechó en acercársele. Para su sorpresa, el joven saiyajin no se había percatado de su presencia.

—¿Gohan? —le puso una mano en el hombro.

—¿Eh? —el guerrero reaccionó.

—Ya es hora del receso. ¿Paseamos un rato?

—Sí, claro... —Gohan le sonrió, sin borrar del todo su expresión anterior.

A los pocos minutos, ambos llegaron a la explanada de la preparatoria, observando el ir y venir de los muchachos. No obstante, parecían indiferentes a la diversión del resto y avanzaban en silencio. Videl volvió a mirar a Gohan, recordando el transcurso de la última clase. Le apenaba verlo tan incómodo.

—Si te hace sentir mejor, tampoco me gustó la tarea de historia —le sonrió, mientras tomaba su brazo.

Gohan se sonrojó por su último gesto y correspondió su sonrisa con otra; pero al instante esquivó su mirada, atento a cualquier punto de la explanada. Sin demasiado entusiasmo, ambos se alejaron del barullo hasta sentarse bajo un árbol del jardín principal. Su lugar preferido desde hace meses, donde ambos podían dar rienda suelta a sus sentimientos.

—Tenía tantas ganas de irme.

—Créeme que yo también; pero no conseguirás nada con ese ánimo.

—¿Y cómo esperas que esté? —le respondió, falto de tacto.

Videl alzó las cejas por su respuesta y se entristeció: realmente estaba molesto. Optó por guardar silencio, considerando que era mejor dejarlo a solas hasta que se calmara. No obstante, una mano en su muñeca la retuvo.

—Perdóname —dijo el guerrero, cabizbajo—, no fue mi intención.

—Gohan —la joven olvidó el problema y lo abrazó, para asombro del guerrero—: el que haya ocurrido hace tiempo, no significa que siga siendo así.

—De todas formas —le correspondió con la misma intensidad—. A veces me gustaría no guardar tantos secretos.

—Piccoro no te lo perdonaría —le mencionó, consiguiendo una risa involuntaria en su mejor amigo.

—Quizás, pero ya me conoce.

—No deberías sufrir tanto —besó su frente con delicadeza—. Tienes el fin de semana para presentar la tarea: algo ingenioso se te ocurrirá.

—¿Qué hay de ti? ¿No lo harás? —se sorprendió, recibiendo una calmada negativa de la joven.

—No, y ya no hablemos de eso, ¿sí? —le sonrió, recostándose en su hombro— Además, Piccoro siempre será un héroe para nosotros...

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