El inicio

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Mi nombre es Ashley, Ashley Pérez. Soy la hija menor de una familia de clase alta, mi padre se ha ganado el reconocimiento de grandes ejecutivos por su trabajo, tiene su propia empresa de servicios de comunicaciones que actualmente muchas personas lo han elegido.
Además de que tiene en mente otros proyectos para aumentar el reconocimiento de la empresa.
Por otra parte mi madre estudió administración y ayuda a mi papá en el proyecto que un dia planearon y que hoy se a convertido en otro sueño más. Mi madre es Mathilda y mi padre Antonio, tengo dos hermanos mayores que yo: Steven y Hanna.

¿La verdad? Todo esto me lo contaron, yo no lo recuerdo. Es la dura verdad, no recuerdo nada de mi vida, y todo gracias al accidente que me paso hace unos meses. Sufrí un accidente automovilistico cuando venia con mi hermana, Hanna. Regresabamos de unos dias en la playa, estaba lloviendo, mi hermana no veía con claridad pero nunca me lo dijo para que yo no me angustiara, yo notaba en su mirada que la preocupación estaba presente; veniamos cantando nuestra canción favorita y al momento que volteo a verme un trailer junto con su conductor alcoholizado nos chocó, de las dos fui la unica que perdió la memoria. Del choque solo recuerdo las luces del trailer frente a mi, sentí el golpe tan fuerte, sentí como caiamos en un pequeño barranco y cuando al fin paramos de rodar vi a mi hermana a mi lado, llena de sangre por todo su cuerpo asi que con mis últimas fuerzas la abracé y cerré mis ojos, sin saber que desde ese día olvidaria todo lo que vivimos juntas. Lo recuerdo pero con poca claridad, las imagenes que produce mi cabeza son borrosas provocandome dolor de cabeza, y es que los doctores creen casi imposible que de toda mi vida, de todos los recuerdos, de tantos viajes... Solo recuerde el accidente.

Cuando desperté del coma me sentía una extraña entre mi familia, me dolia saber que no los recordaba, solo los escuchaba llorar a la media noche, suplicando que regresara mi memoria pero... todavía sigo en esa lucha. 6 meses después, mis padres al fin deciden que continue con mis estudios pero en una escuela, pues anteriormente tenía una maestra particular, y es que nunca me dejaron inscribirme a la escuela por miedo a que los demás me juzgaran, al no poder socializarme con los demás, a que no pudiera entender nada de las clases. No queria quedarme el resto de mi vida encerrada en mi casa, ni ver cómo mis hermanos salian a divertirse, no queria no poder disfrutar mi vida.
Despues de miles de suplicas me dejaron ir a la escuela, pero con la condición de que mi maestra particular estuviera viendo mis avances y si no funcionaban... tenia que volver a las cuatro paredes de mi habitación.

Era el dia, mientras el chofer manejaba hacia la Universidad yo prestaba atención a todo a mi alrededor, cada árbol, cada persona, cada cosa por muy insignificante que fuera. Cada lugar tenia una combinación de colores que llamaban mi atención, como si tuviera la necesidad de tocarlos.

—¿Te gusta la vista? -me dijo mi hermana Hanna-

—Demasiado -le sonrei- todo parece nuevo para mi -me recargue en el asiento- ¿cómo hare para acostumbrarme a todo esto?

—Yo te ayudare -tomó mi mano fuertemente- no debe ser tan dificil, con el tiempo empezaras a recordar del todo.

—Eso creo -hice media sonrisa- siento como si nunca hubiera visto nada de esto, como si fuera la primera vez.

—Ya te acostumbraras, aqui estaremos todos para apoyarte. Se que debe ser dificil despertar y no saber qué fue de tu vida.

—Es demasiado complicado -mire nuevamente hacia afuera- siento como si volviera a nacer.

Llegamos a la escuela temprano asi que Hanna me dio un pequeño recorrido. Ella me ha contado que es una excelente alumna, era como una nerd. Además de que todos la veian como la chica tierna y dulce de su salón, era como si una niña estuviera atrapada en el cuerpo de un adulto. Ella seguia mostrandome todo pero yo solo notaba como las personas se me quedaban viendo como si fuera un bicho raro haciendome sentir incómoda, tal vez era porque estaba perdida viendo todo.

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