Capitulo III: Alucinaciones

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       Me pregunté cuanto habrá pasado desde que salí a la calle con el afán de ir al centro de mi cuidad para encontrarme con unos viejos amigos, aunque ni siquiera recuerdo el haber salido de casa. Rebusqué en mi bolsillo en busca del pañuelo que siempre llevo cuando salgo y encontré el ticket de un restaurante al que no recuerdo haber entrado nunca, el ticket enlistaba unas 5 hamburguesas, 5 gaseosas pequeñas y 2 pares de raciones de papas fritas, lo que me sirvió de pista para saber que quizás mis amigos también estuvieran en el mismo desierto que yo. Como la meta estaba clara, avanzar por las pirámides invertidas que hacían de plataformas, supuse que los demás también lo habrían descifrado y que tal vez nos encontremos todos cerca del 2do hexágono.

Usé como combustible la posibilidad de que quizás no estaba solo y me puse a caminar. Ya había pasado quizás unas 3 horas en semejante infierno, ya podía ver el punto donde tal vez mis amigos me estaban esperando, pero para eso me faltaba un considerable tramo de seguramente una media hora. Estimé a groso modo que las plataformas medían unos 15km de un vértice al contrario.

Tuve que luchar con mis alucinaciones y no frotar las 3 lámparas que encontré semihundidas en la arena, de no tratar de tirarme de cabeza a los oasis que me encontraba y no hacerle caso a los gatos voladores que intentaron persuadirme de que estaba en una pesadilla más, supongo que mis ganas de vivir eran más fuertes que mis delirios. Caminaba sin consciencia alguna, usando tan poca fuerza para erguir la espalda que hasta ya parecía un zombi. Miraba, concentrado en mis pensamientos y no en mis pasos, al vértice que asumí como meta hasta que tropecé y caí de pera en la ardiente arena. No tenía planeado levantarme, simplemente miraba el paisaje cual recién regañado un muchacho, pero un tirón desde la parte inferior de mi pantalón hizo que me exaltara y reaccionara de tal forma que parecía como si estuviese nadando, pegando patadas a lo que sea que fuera que me agarró, pero con poco éxito, debido a que no lo estaba viendo. Me levanté, me erguí y me limpié la arena de la cara y ropa "Alucinaciones", me dije a mi mismo, "Simplemente alucina...". Sonó un quejido detrás de mío, lo que me tironeó fue un ser que parecía la combinación entre una medusa, porque su piel semitransparente dejaba ver todos sus órganos y venas, y un fantasmita del pac-man de color morado oscuro, pequeño, de medio metro aproximadamente, con 3 ojos sin esclerótica alineados en un vértice horizontal, su boca tenía forma de cruz y poseía 16 tentáculos desproporcionales al resto de su cuerpo que le servían como método de transporte. Era, sin lugar a dudas, la misma especie que el ser que me ofreció la cantimplora, pero con una evidente disminución de tamaño.

Confundido, lo ayudé a reponerse y le di lo poco que me quedaba de agua, me senté para estar a su altura y me quedé inspeccionándolo con la mirada y una mueca de impresión.

─Vengo de la Tierra, pero nunca has visto a uno de mi especie −No me impresionó, siempre tuve ideas bastantes conspiratorias acerca de seres que no conocíamos y que nos intentaban ocultar−, vivimos en grandes edificaciones dentro de las plataformas continentales. Durante el paleolítico ya éramos seres muy evolucionados, a tal punto que llegamos a dejar atrás la necesidad de oxígeno y solamente quedarnos con la necesidad de grandes cantidades de agua para reponer la humedad en nuestra piel cada cierto tiempo, pero siempre nos quedamos en las profundidades porque en tierra firme no había nada interesante para nuestra especie. Hasta que un día Roxs, mi hermano y líder de la facción "proevolutiva" de la que yo mismo era el sublíder, encontró a seres que vivían en cuevas, presentía que dichos monos tenían mucho potencial y que, talvez, nuestras especies se podrían complementar y por fin podríamos ir a otros mundos, solo que les hacía falta un empujoncito. Les mostramos el fuego y como usarlo a su favor, como construir y a organizarse como comunidades. Roxs no tenía idea de que tanta capacidad de aprender ocultaba su falta de evolución, pensó que eran mediocres y que simplemente necesitaban alguien que los saque de ella, pero se equivocó. Les enseñábamos poco a poco, mientras el resto de la facción los estudiaba desde las profundidades, hasta que  luego de ayudarles a construir las pirámides bajo la promesa de que no habría registro de nosotros, para que, si en algún punto de la historia la Tierra era invadida por civilizaciones de grado II o III en escala de Kardashov nos pudiésemos ocultar y seguir haciendo nuestra vida normal en el fondo de los océanos, rompieron la promesa. Como consecuencia, la facción "antievolutiva" y la "proevolutiva", ya que el dilema afectaba a todos, matamos a todos los humanos más evolucionados dejando a los inferiores con los que coexistían y borramos todo registro escrito de los aquats, produciendo así a lo que ustedes llaman, incorrectamente, eslabón perdido. 

Me di la vuelta y negué la existencia, más allá de mi cabeza, de este ser. Asumí que era una alucinación más. Caminé y caminé, con la esperanza de no estar soñando que estaba haciéndolo, hasta que el pequeño me alcanzó y me dijo

-Sé que no te es fácil creerme, pero tienes que hacerlo. Es la única forma en la que podremos salir de aquí -Lo miré con un ademán en el rostro que denotaba que me estaba riendo por dentro, ya había alcanzado la locura-. ¡Puedo demostrártelo!

Paré en seco, hace horas que no veía algo divertido, si iba a morir, lo quería hacer rodeado de alucinaciones que apaciguaran el sufrimiento y la soledad de mi muerte. Me puse de cuclillas y lo miré. "Este calamar trilocular me hubiera dado bastantes recursos para escribir una historia" pensé mientras el miraba con los ojos de los extremos hacia todos lados y el central lo mantenía fijo en los míos. Se había quedado sin ideas. Me paré nuevamente y retomé el ritmo, mientras el me seguía a una velocidad menor, pero que, al parecer por sus gemidos de cansancio, era a toda la que podía alcanzar. No lo soportaba, así que dejé que se agarrara con sus ventosas a mi hombro y lo cargué los pocos minutos quedaban de recorrido.

Aquats: Catalizadores evolutivos.Where stories live. Discover now