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   Anhelaba con todo su ser llegar a casa, darse un baño y dormir hasta las dos de la tarde del siguiente día. Claro estaba que eso no sucedería.

   Recogió su mochila, una bolsita de caramelos en sus manos. Caminaba hasta el salón de arte, cuando lo vio vacío se extrañó. Pensó rápidamente en otra opción y mantuvo los pasos hacia el final del pasillo, en una de las habitaciones encontró a la persona que su mente le indicó.

—TaeMin hyung.

   El pelinegro levantó el rostro, regalándole una sonrisa mientras se acercaba a la puerta.

—Hola, JiMin ¿Pudiste buscar los trajes?

—Bueno... Venía a hablarte de eso —masticó el ultimo caramelo velozmente, de tal manera que pudiera expresarse bien—. TaeHyung me iba a acompañar pero no sé en dónde está ¿Tú estás ocupado?

—Lo estoy... Necesito terminar una de las coreografías hoy, ¿seguro que TaeHyung no está aquí?

—Revisaré de nuevo, pero estoy seguro. De igual forma podría esperarte.

   El de cabellos oscuros negó con la cabeza.

—Aún falta y saldré tarde. Es mejor que vayas a casa, aunque... —observó a los alrededores, como si buscara algo—. Creo que hay alguien que puede acompañarte, antes de la práctica vi a un chico en las afueras del comedor, es de la clase de fotografía. Su cabello es rosado, apenas nos hemos dirigido la palabra, pero luce amable y además asistió a uno de mis talleres, es realmente bueno.

   El cuerpo del menor se tensó. Murmuró unas cuantas palabras antes de sonreírle y comenzar a alejarse

—Está bien, hyung. Lo buscaré, hablamos mañana.

Y su cabello no es rosado...

...

   Era eso o caminar por una zona demasiado alejada de la universidad, solo. No la consideraban insegura, pero si habían historias, JiMin fuera de creerlas simplemente le daba mal augurio.

   Y allí estaba el joven que no salía de su mente, el rubio se había avergonzado lo suficiente pero no deseaba estar por su propia cuenta. Sacar unos simples trajes, eso era todo...

   Estaba cerca, de verdad lo estaba, pero la presencia de una chica hizo desaparecer todo rastro de alegría de su cuerpo. Admitía que ver cómo ella deslizó sus dedos por los sedosos cabellos de JungKook le hizo hervir la sangre, y no tenía razón alguna para sentirse así, sin embargo lo que vino después de eso devolvió la sonrisa a su precioso rostro.

   El de mechones fucsia había tomado la muñeca de la joven, retirándola. Recogió el cuaderno en sus manos y se levantó.

   Como le hubiera gustado ver con claridad las facciones de la fémina, pero al caer en cuenta de que él caminaría hacia su dirección giró su cuerpo e inició un trote fuera del sitio.

   Sin notarlo se vio de pie en la puerta del depósito. Había llegado sin compañía de alguien, solo debía buscar la caja con la vestimenta y salir.

Vamos, JiMin —susurró para sí mismo mientras estiraba sus brazos tratando de alcanzar el objeto en el último nivel de la estantería.

   Impulsándose, dando pequeños saltos y así poder mover aunque fuera la esquina de la misma. Un disimulado grito salió de sus labios cuando sintió que ya casi podría bajarla. Concentrado en su labor que no logró notar a la otra persona que había ingresado.

—¿Necesitas ayuda con eso?

   Juró que de no ser por la pared tan cercana, hubiera caído al suelo con todo y caja. Aunque en realidad sí lo hizo, pero la misma superficie hizo todo menos aparatoso.

—¡Diablos, JungKook! —cerró sus dedos con fuerza alrededor de la caja, a su vez intentaba regular su respiración.

—¿Ya no soy Jungkookie?

   Una inevitable sonrisa se asomó en sus labios, elevó la mirada, encontrándose con dos brillantes ojos y su mano extendida para ayudarle a enderezar.

—¿Qué estabas buscando?

   Sacudió las palmas de sus manos en los pantalones, abrió la caja y sacó lo que parecía ser el "grandioso" atuendo que le mencionaron con anterioridad.

—Esto...

   Desdoblándose cayó en la vista de ambos jóvenes una malla cuerpo completo negra. Ambos tragaron saliva ruidosamente.

—Eso luce apretado. —resonó la voz del más alto.

—Y creo que debo usarlo para la presentación que hará nuestra facultad. —el rubio comentó, guardando la prenda en su bolso— ¿Se puede adelgazar en dos semanas, no?

—¿Adelgazar? —contestó el de mechones rojizos claro.

—Sí. Debo empezar hoy mismo si quiero lucir bien en esa maldita malla.

   Al asimilar la situación, JungKook vio que el rubio ya estaba metros más adelante.

—Espera, ¡JiMin! —se posó frente a él, bajando la mirada para poder observarlo debido a su altura, cosa que seguía considerando adorable—. No necesitas hacer ejercicio ¿de qué demonios hablas?, estás bi-...

—Bien pasado de peso querrás decir.

   Él soltó una carcajada, haciendo que el más bajo se alejara un poco, abrazándose a sí mismo. No pasaron siquiera dos segundos cuando el de cabellos magenta le retiró los brazos del cuerpo, tomó sus manos entre las suyas, que le superaban por tamaño. JiMin sintió su calidez y fue uno de los momentos más hermosos que jamás pensó pudiera vivir.

—Estás bien, indudablemente bien. —entrelazó sus dedos y observó la diferencia de dimensión, como las de él se acoplaban a las más pequeñas, protegiéndolas.

   El corazón del rubio golpeaba fuertemente en su pecho, era como si JungKook estuviera embelesado. Hizo un ligero intento de soltarse y el agarre se mantuvo firme. Sintió la sangre subir a sus mejillas.

   Cuando él notó el movimiento por parte del de cabellos claros desvío la mirada hacia sus facciones coloradas y sólo pudo sonreír. Bajó el brazo, seguía sujetando una de sus manos acariciando el dorso de la misma comenzó a caminar a la salida.

—Vamos, te llevaré a casa.

























–EDITADO 13/03/2019–

owo owo

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¡Jeon Jungkookie! - [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora