Otra vez lo había vuelto ha hacer, de nuevo amanecía entre un enredadera de piernas y brazos.
Emiliano Bennett era un hombre capaz de destrozar a su presa y ser tan despiadado como pará calificarlo de un real hijo de puta, tan temido en su entorno como deseado, poseía un porte envidiable, media casi el metro con noventa, cabello negro, unos ojos tan azules como un cielo despejado e inmaculado, y piel medianamente bronceada, cualquiera que le pusiera un mínimo de atención podría asegurar que era un dios bajado del cielo, más bien, un demonio que disfrutaba a placer, la carne era débil algo que sabía bastante bien y él, siendo tan pecaminoso no le importaba sucumbir a las llamas del infierno si con ello obtenía lo que deseaba, era bien sabido que tenía una debilidad, tan efímera como mundana, le gustaba el sexo y mucho. Pero últimamente sus encuentros casuales se basaban en alcohol, terminaba entre desconocidos cuerpos sudorosos y fluidos. No es que le importará mucho, dormía tanto con hombres como con mujeres, el sexo era como el agua, no se le negaba a nadie y él había aprendido a disfrutar de los más bajos placeres, a sus 30 años conocía todo aquello moralmente no aceptado por la sociedad y que la alta alcurnia trataba hasta el cansancio de cubrir a costa de lo que fuera.
Hipócritas, había más de una familia respetable que disfrazaba las orgías de fiesta. Bastante conveniente, si se lo preguntaban, incluso participó en más de una y también organizado unas cuantas, era un secreto a voces que jamás saldría a la luz.
Quitó de su cuerpo los molestos brazos y piernas, el fuerte dolor de cabeza por la resaca le estaba poniendo de muy mal humor, movió de mala manera a una de las chicas que sólo se acomodó en otra posición sin despertarse, gruñó fastidiado e insistió de forma mucho más brusca.
— Hey, largo de mi apartamento— siseo apretando los dientes, una pequeña punzada en la cabeza le hizo cerrar los ojos por instinto.
Comenzó a perder la poca pasiencia que poseía en esos momentos, movió de nuevo el brazo de la chica pero esta vez ejerciendo más fuerza de la necesaria, un quejido brotó de los rosados labios, pero fue suficiente para que abriera los ojos.
— Vamos, fuera de mi cama tú y tu amiga — parafraseo— no quiero verlas aquí cuando salga de la ducha.
Indiferente, ni si quiera esperó que la chica tan desorientada como estaba al recién despertar reaccionará, aunque escuchó un fuerte "imbécil" cuando se encerró en el baño, chasqueo la lengua al verse en el espejo, realmente no estaba acostumbrado ha llevar los múltiples acostones que tenia por costumbre después de una extenuante jornada laboral. Pero supuso tal vez que era el lugar mas cercano.
Abrió la llave del agua fría y se metió bajo la regadera, cerró los ojos disfrutando el agradable descanso que sus músculos necesitaba, la actividad nocturna causaba estragos en su cuerpo al día siguiente, al final era un justo precio que pagaba por una buena recompensa.
El lejano sonido de su celular le hizo fruncir las cejas, de seguro le hablaban de la compañía, el día anterior ni siquiera asomó la nariz, incluso había apagado el celular para que no le molestaran, por lo regular su presencia no era requerida y solo asistía si tenía alguna junta importante, comida o fiesta a la que no podía faltar, pero de eso se encargaba su secretaria, debía recordar que tenía pronto que buscar un reemplazo. Patricia quien era tan eficiente y obviamente no tenía ninguna queja en cuanto a su trabajo, era quizás la más eficiente hasta el momento, sin embargo, había un insignificante detalle, hacia algunos días atrás que sobrepasó la línea delgada entre la pasión y lo laboral, así que, antes de que se convirtiera en un verdadero dolor de cabeza debía deshacerse de ella.
Realmente no le importaba mucho quebrarse la cabeza con todo aquello si al final le pagaba a alguien más para que lo realizará por él, salió de la ducha con mejor aspecto, lo comprobó al verse de nuevo en el espejo, se lavo los dientes, se colocó colonia y se cepillo el cabello. Apesar de todo debía estar presentable, siempre, cuando salió del baño alzó una ceja, al menos aquellas mujeres ya no estaban invadiendo su privacidad.
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Un rincón en el infierno
RomansaSINOPSIS: " No todo lo que se ve ha simple vista es real" Eso es lo que el destino le enseñara a Emiliano Bennett un hombre rico, atractivo y poderoso que lo tiene todo, pensará que no necesita nada más, que el amor y todas esas cosas sobrevaloradas...