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La chica de cabello largo color castaño claro como lo es la madera del bosque más puro, ya revuelto por toda la lujuria que estaba siendo liberada en la efímera noche; apretaba con todas sus fuerzas las suaves sábanas de la cama por la cual desbordaba gozo y placer, un placer incontrolable, que se hacía notar con cada sonido obsceno que salía de su boca.
Tamara estaba siendo azotada bruscamente por la chica de nacionalidad noruega.

Ese era su castigo, su punición, la consecuencia de la irreverencia ante las reglas del juego.
Le había desobedecido a su mommy.

—¡Ah, Tori! —Se escuchó un fuerte sonido, provocado por la noruega, le había dado una fuerte nalgada a la menor, tan intensa como el primer golpe de un peleador en una lucha de boxeo, coloreando su piel color nieve de un fogoso y atrapante rojo.

Adoraba dejar marcas en Tamara, que su piel gritara que era suya, que se derritiera de placer con cada toque que le proporcionaban sus curiosas y atrevidas manos.
Quería hacerlo, lo deseaba, lo anhelaba.

—¿Qué te dije sobre llamarme así? —Frunció el ceño y posicionó sus manos en las caderas de Tamara, su amante era su posesión, su tesoro, su lotería.

El instante en el que las yemas de sus dedos rozaban la aterciopelada piel de su pequeña, de su pedazo de cielo; era el momento exacto en el que entraba al paraíso, en el que se deslizaba hacia las corrientes del gozo y se aferraba de forma tan intensa como las mareas en luna llena al potencioso éxtasis.

—Lo siento, mommy... —Ronroneó mostrando apocamiento y entrecerrando sus párpados.

La nórdica al fijar la mirada en el ejercitado y bien formado trasero de su bebé y percatarse de lo irritado que estaba por los azotes que le había proporcionado anteriormente, tomó a la menor de las caderas y con desesperación la volteó; haciendo que quedara boca arriba.
Posterior a eso dirigió sus dedos hacia el clítoris de esta, comenzando a masajearlo lentamente.

—Hmm. —Ronroneaba con un notable carmín adornando sus suaves mejillas, dejaba salir de forma ahogada deleitosos y engatusantes sonidos a los oídos de su amante, quien ejercía apasionadas y desenfrenadas acciones en su cuerpo.

Tori veía como la chica de ojos completamente negros, arqueaba su espalda y jadeaba sin control alguno. Apreciaba las distintas expresiones que realizaba con su adorable y escultural rostro, como clavaba sus delicadas uñas la cama y estropeaba el orden que alguna vez tuvo el confortable lugar, mas esa expresión cambió a una completamente distinta; mutó a una mueca de confusión
La mayor detuvo aquella acción y acercó su cabeza a la intimidad de esta, abrió rápidamente su boca devorando la intimidad de Tamara, centrándose en aquel redondo punto que le provocaba potentes orgasmos: la culminación del placer, el momento en el que su alrededor desaparecía como los pétalos de una rosa en el suave césped y danza en las ligeras y exquisitas nubes de la gloria.

El pudor y timidez que en algún momento se hizo presente no era nada más que una sombra presenciando la férvida escena, destacando el arrebolado de las mejillas de Tamara, tan ardiente como los abrasadores rayos solares en verano; los fanales de Tori no pasaban desaparecidos, el brillo que desprendían tan reluciente como una amatista recién pulida.

Empezó a aumentar la intensidad de aquella lujuriosa y candente acción.
La menor estaba en el paraíso, escalando las fogosas montañas del desenfreno sexual para luego rodar y dejarse absorber por la fogosidad de fervientes actos, ardientes como la cúspide del infierno.
Fue como un balde de agua gélida como los polos el que cayó sobre ella; se había detenido.

—¿Q–Qué? —Articuló con dificultad, aún nublada por la excitación que se le había sido arrebatada osadamente.

La más alta, se paró y empezó a colocarse sus botas con una expresión neutra, casi de burla.
Sentía la densa mirada de Tamara sobre ella como una filosa aguja amenazando con clavarse sobre la tensa superficie de un globo.

—No me dejes así...

—Me desobedeciste. No mereces algo placentero al fin y al cabo. —Relamió sus labios rellenos, deshaciéndose del último rastro de fluido corporal que había desprendido su pequeña, quien hace unos momentos se derretía bajo el cálido tacto de su lengua rozando su traviesa intimidad.

Salió de aquella habitación, dejando a la sobrevalorada soledad como una acompañante de su rebelde compañera de aventuras lujuriosas, con una respiración errática, entrepierna latente y húmeda como el césped bañado de rocío en las mañanas, pupilas dilatadas como si hubiesen potentes químicos nadando en su torrente sanguíneo, labios hambrientos y ansiosos por los fogosos besos que dejaba aquella mujer en ellos.

La rebeldía definitivamente no era una buena opción en aquella pícara diversión, la desobediencia desafiaba las reglas del juego, desafiaba a su mommy.

—Demonios Tori... —Refunfuñó con acidez, una actitud acre y densa.













...

¡Hola, hola! Me he dignado a reescribir esto y añadirle aunque sea un poco de trama, la verdad, antes no podía ni siquiera ver la historia

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¡Hola, hola! Me he dignado a reescribir esto y añadirle aunque sea un poco de trama, la verdad, antes no podía ni siquiera ver la historia.
Me daba un cringe bien feo, iugh

Ahora me gusta más mi forma de narrar así que iré publicando los avances, gracias 💗

¡Oh, mommy! [ToriTam]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora