❝ P A N K R Á T I O N ❞
/πανκράτιον/Un joven estaba parado en el medio de un gran foso, mientras una multitud de personas le lanzaba miradas curiosas, con una chispa de interés brillando en sus rostros aristocráticos. Desde las gradas se alzaban ante él, imponentes y arrogantes, como solo los nobles de la corte real podían ser. Reían despreocupadamente, tomando vino de las delicadas copas de cristal que parecían balancearse en todas direcciones, derramando el dulce líquido descuidadamente sobre sus ropas. Todos bebían vino, reían escandalosamente y tomaban elegantes bocadillos de bandejas de plata fina, creando un torbellino de colores cálidos y joyas relucientes que iban bien con el ambiente húmedo y caluroso de la estancia.
Sus propios ojos, por otra parte, miraban frenéticos en todas direcciones, como si de un animal enjaulado se tratase. Los latidos de su corazón bombeaban sangre desmesuradamente debido al miedo y la frustración, haciéndole difícil poner sus ideas en orden. Su cabeza era un lío de pensamientos que lo distraían del escenario que tenía frente a sí.
Arena. Áspera y húmeda, raspaba la callosa piel de sus talones y se metía debajo de sus uñas. Aquel manto dorado se extendía por algunos metros delante de él, y aunque su aspecto no era exactamente intimidante, tenía cierto aire de atrocidad. Después de todo, estaba parado en un lugar en el que se habían cometido actos realmente sangrientos.
Ahora que recordaba las palabras exactas de su amo, Louis se sentía como un estúpido.
"Es sólo un espectáculo" le había dicho, dándole esa sonrisa condescendiente que tanto odiaba. Conocía lo suficiente a Pyro para saber las prácticas sádicas y desagradables que él consideraba como entretenimiento.
Cuando las sirvientas lo despojaron de todas sus ropas y adornos en la intimidad de su habitación, para después tenderle nada más que una pequeña pieza de delgada tela para cubrirse, sintió el peor de los presentimientos enroscarse alrededor de su cuello como una soga que estaba destinada a estrangularlo. La cuerda estaba tan tensa en esos momentos, que le era difícil respirar.
Tal vez Louis fuera el culpable de que esa soga estuviera enrollándose alrededor de su cuello, en primer lugar. Él se había mostrado indiferente hacia los sentimientos desequilibrados y acciones impulsivas de su amo, sabiendo de sobra lo volátil que Pyro podía llegar a ser, y más aún cuando se trataba de él ejerciendo su poder como un príncipe. Aún así, se había atrevido a discutir con él, a enfadarlo. Y como resultado, allí estaba. Exhibiéndose como un objeto.
Esa era su vida como mascota del príncipe.
Había sido criado específicamente para poder cumplir con las demandas de su poseedor, por más peculiares que estas fueran. Jamás pensó que llegaría tan lejos como para servirle a un futuro rey, pero el destino trazado por los Dioses había terminado por sorprenderlo... Aunque él no estaba del todo agradecido con ellos.
El bullicio en la acalorada habitación aumentó cuando la segunda puerta de la fosa se abrió, captando de nuevo su atención y trayéndole de vuelta al presente. La pesada puerta de acero rechinó al abrirse, levantando un poco de arena y polvo en el proceso. Por algunos segundos, la estancia completa pareció quedarse en absoluto silencio, mientras que el chico sentía que una extraña pesadez se asentaba en su estómago.
Había otro hombre parado en el borde de la fosa, y cuando caminó en su dirección, el ruido y el caos volvió a estallar a su alrededor.
Louis todavía no se recuperaba completamente de la emoción que le recorría las entrañas. Estaba jodido.
El contrario era al menos dos cabezas más alto que él, su piel bronceada relucía contra el fuego de las antorchas que adornaban la arena. Ahora que podía ver de pies a cabeza a su oponente, inconscientemente había comenzado a temblar, sus ojos desesperados tratando de encontrar de nuevo los de Pyro. Debía hacer que lo sacara de allí.
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𝑨𝒎𝒃𝒓𝒐𝒔𝒊𝒂 • l.s. [HT+LB] (En Pausa)
Short StoryEl reino de Petra es el lugar a dónde las almas perdidas van, para no regresar jamás. Louis sabía eso. Él era la mascota real del príncipe de Petra, después de todo. Su vida dentro del castillo era de sangre, sexo y la sensación de que jamás iba a...