Capítulo 2: Luke

88 6 2
                                    

Creo que es mediodía. Tanteo a mí alrededor sin abrir los ojos, parece ser que estoy en una cama. Me pregunto si sigo en aquella casa del demonio o volví a mi propio hogar. No, esto es más familiar. Hay un leve olor a alcohol, tal vez sea yo, tal vez no. Me irgo, y la parte sensata de mi cerebro me obliga a observar el entorno. Es la habitación de Lia (¿o debo decir de su padre?), así que significa que estoy en su casa.

Siento que la cabeza me va explotar. No recuerdo nada de lo que pasó anoche, solo leves destellos de gente sin ropa y botellas de alcohol. Me levanto como puedo, y salgo de la habitación. Me duele todo el cuerpo mientras bajo las escaleras y me tambaleo hasta la cocina.

-Buenos días –dice Lia, secamente, tomando un sorbo de lo que parece ser chocolate caliente-. Estás hecho mierda, ¿no?

-Me temo que sí.

Me siento frente a ella en la mesa redonda y mis dedos rodean automáticamente la taza repleta de café. Bebo la mitad de un trago. No hay nada para comer, nunca hay nada para comer en la casa de Lia. Solo bebidas, y bebidas, y bebidas…

-¿Cómo está tu hermano? –Pregunto, sabiendo que me meto en terreno peligroso-, podemos ir a visitarlo si eso quieres.

-No –articula-. El doctor Simons me dijo que será mejor dejarlo solo por un tiempo. Fui a visitarlo la semana pasada y parecía realmente mal. Solo quiero que salga de rehabilitación…

Se ve interrumpida por el anuncio de su celular. Lo desbloquea y sus ojos se mueven con rapidez mientras lee un mensaje.

-Michael exige saber dónde demonios estás –me dice-. Creo que tu madre está preocupada.

-Oh, mierda –suelto-. ¿Me acompañas?

Niega con la cabeza.

-Me quedaré aquí un rato más –explica-. Tal vez pase por tu casa luego.

Asiento y me levanto con cautela. Algo le pasa, pero no sé qué es. Me arroja la copia de las llaves de la casa para que pueda salir por la puerta principal. El húmedo entorno del verano hace que la camiseta se me pegue a la piel, y la sensación no es nada agradable. Estoy hecho un manojo de nervios durante el camino a casa. Apenas puedo tocar el timbre cuando estoy parado en el umbral.

La puerta se abre con una exhalación, y mi madre se arroja, prácticamente, sobre mí en una parodia de abrazo.

-Oh, Dios mío, Luke –solloza-. Alicia me dijo que vendrías a casa en cuanto terminara la fiesta…

-Lo sé, mamá –aseguro, pensando en la posibilidad de que culpe a Lia de todo esto.

-Es una chica muy problemática –dice, pensativa-. No estoy segura de que sea una muy buena influencia.

-Ella no tiene la culpa de nada –me apresuro a destacar-. Yo quise ir a esa fiesta, y cualquier cosa que haya pasado allí es total y evidentemente culpa mía.

-¡Solo entra! –grita Ashton desde el interior de la casa.

Mi madre y yo entramos. Los muchachos están desperdigados por toda la sala. Michael está absorto en su celular, probablemente hablando con Lia. Calum retuerce las manos nerviosamente, y Ashton sonríe en cuanto me ve. Agradece que éstos idiotas son tus amigos, recalca mi subconsciente.

-Nada de fiestas por el resto del verano –me reprende mi madre-, nada de alcohol, ni drogas, ni chicas, y mucho menos esa tal Alicia.

La miro perplejo. De qué demonios se puso a hablar ahora.

-Luke, tu familia se irá de viaje –dice Michael de repente-. Quieren saber si irás con ellos.

Miro a mi madre, deseando que sea una broma, pero ella me sonríe dulcemente. Trago saliva, pero mi garganta parece de lija.

-Em… -comienzo, sintiéndome un idiota- Creo que me quedaré. Ya saben, con Lia y todo eso.

Mi madre parece estar a punto de sufrir un ataque. Sonríe fingiendo estar bien, y ese gesto es similar a un puñal en el corazón. Asiente y sube las escaleras, probablemente para llamar a papá, Ben y Jack. Me siento con los chicos en la sala, y comenzamos a hablar.

-¿Se van? –Pregunto-, ¿a dónde?

-No recuerdo qué pariente tuyo está enfermo –aclara Ashton-, pero insistieron en que tu familia vaya a visitarlos o algo así. Hiciste bien en quedarte.

-Así podemos ir a fiestas como las de anoche –finaliza Calum.

-Oh, Dios –exclama Michael-. Una de las mejores fiestas.

-¿Dónde te habías ido, Luke? –Me pregunta Calum-. No recuerdo haberte visto luego de unas horas.

-Lia –su nombre parece servir como una respuesta completa, pero me apresuro a seguir explicando:-, creyó que yo estaba realmente mal, así que me llevó a su casa. Me desperté esta mañana en su habitación, y me dijo que Michael quería que viniera de vuelta a aquí.

-¿Saben? –dice el recién nombrado sin mucha seguridad-, Lia no me cae precisamente bien. Hay algo en ella que… que no cuadra.

-Sé de qué hablas –concuerda Calum-. Es… rara. Digo, es algo misteriosa y reservada, pero hay algo más que no encaja con su imagen.

-¿Imagen? –repito-. Ella se muestra tal y como es. No entiendo a qué se refieren.

-Calum tiene razón, Luke –dice Ashton-. No decimos que sea una mala persona ni nada parecido, solo es algo… algo… extraña.

-No entiendo qué hay de malo en ser raro –cuestiono-. Además, cuando ayer la traje  a esta misma sala todos parecían encantados con ella.

-No quiero parecer un hipócrita –dice Michael- pero se veía bonita, y sonreía mucho. Tenía una pinta agradable, si sabes a lo que me refiero.

Me levanto, sin poder creer lo que estoy escuchando. Tomo las llaves del auto y no pienso siquiera en despedirme de mi familia. Los chicos me llaman a gritos, preguntan si estoy enojado. No contesto y salgo de la casa.

El motor suelta ese traqueteo familiar mientras me dirijo de vuelta a casa de Lia. No entiendo por qué los demás piensan eso de ella. Hace solo un día que la conocen y sacan conclusiones sobre qué clase de persona es. La verdad es que no los entiendo.

 Me detengo frente a su garaje y me bajo del auto. Saco la copia y entro a la casa, pero en lugar de subir por las escaleras permanezco parado donde estoy, incapaz de asimilar la escena que se lleva a cabo justo frente a mí, en la sala.

-¿Luke? –dice Lia, casi tan pasmada como yo.

-¿Y este quién es? –exclama su padre, tomándole el rostro con ferocidad.

-Un chico –contesta ella-. Es algo evidente. Deberías usar el cerebro, para algo lo tienes.

Con sus músculos de acero, el hombre la arroja al sofá con un movimiento brusco. La señala con un dedo acusador, y toma un trago de la botella de cerveza que sostiene firmemente con la otra mano.

-No quiero chicos como éste en mi casa –vocifera.

-¡Si nunca estás aquí! –exclama Lia, exasperada.

-¡Tú –me grita el tipejo-, sal de mi casa! ¡AHORA!

Me tambaleo hasta salir por la puerta. Lo último que veo es a aquel monstruo tomar a Lia por los hombros y zarandearla con brusquedad. No logro oír qué le grita. La situación mantiene su aire desesperado. Eres un cobarde, me digo para mis adentros, ve y ayúdala.

Así que voy y la ayudo.

El resultado es algo obvio. 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 22, 2014 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Heartbreak girl (Luke Hemmings)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora