Partitura 5

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Nathaniel estaba emocionado por escuchar mas cerca la voz de Miranda, esperaba ansioso la última hora de clases para trabajar junto a Miranda. Iniciaba su día como cualquier otro, Nathaniel no hablaba con Miranda fuera de su proyecto de música, sin embargo Miranda se acerco a hablarle al ver que estaba solo, Nathaniel no hizo ningún gesto de desagrado, aceptando amablemente su compañía aunque lo primero que salio de su boca fue:

 - ¿Solo te acercas para saber que tan ciego estoy?- dijo fríamente

 - ¿Que? ¿eres ciego?, no lo sabia por cierto no tienes que ser tan grosero- Miranda trato de mirarlo a los ojos 

 - Lo siento... la de costumbre- Alzando un poco la cabeza -¿Iniciamos de nuevo?-

 - Soy Miranda un gusto- Agarro la mano de Nathaniel y la agito precipitadamente con una sonrisa 

 - Nathaniel... ¿puedo tocar tu rostro? solo es para saber como eres, no lo tomes personal-

Miranda no se sorprendió y coloco las manos de Nathaniel en su rostro. Nathaniel sintió con suavidad su cara entre sus dos grandes manos, Miranda no era tan delgada sus mejillas la delataban, tenía grandes ojos, su flequillo tapaba su frente, su lacio cabello negro le llegaba hasta el hombro, su cabello no estaba tan cuidado pero ella trataba de mantenerlo peinado. Mientras Nathaniel sentía su rostro Miranda, ella solo miraba sus ojos perdidos y sin brillo alguno, aparto un poco del cabello castaño que le estorbaba para admirar mejor sus finos rasgos faciales,  como sus delegados labios ligeramente pigmentados, su piel era un poco palida y su expresión siempre era de determinación pero al mismo tiempo de vergüenza. Hasta que Nathaniel alejo tímidamente sus manos de la cara de Miranda.

El resto del día Miranda trataba de acercarse a Nathaniel para platicar entre clases sin que necesariamente ella tuviera que faltar a sus demás actividades, el club de canto no abrió pues el profesor iba a faltar el resto de la semana. Así que se quedaron platicando toda la hora que duraba el club. Al final Miranda se ofreció a llevar a Nathaniel hasta su casa en auto pues se reusaba a dejarlo solo en el tren, no vivían tan lejos uno del otro así que Nathaniel un poco avergonzado por la propuesta acepto, a Miranda no le molestaba su compañía.

Piano negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora