𝗔𝗡𝗚𝗘𝗟𝗜𝗖 𝗦𝗜𝗗𝗘 ❙ Cassandra Forbes, luego de años alejada decide volver al pueblo donde nació, para cursar su último año de instituto. Al llegar a Mystic Falls, descubre un mundo sobrenatural totalmente nuevo para ella. Vampiros, licántropos...
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CASSANDRA
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ME DESPIERTO Y AÚN NO SE SI REALMENTE HE DORMIDO ALGO. Los pensamientos sobre la muerte del profesor Tanner han sido una tormenta incesante que no me permitió descansar ni un momento. Me doy la vuelta en la cama, las sábanas están frías y húmedas por el sudor de una noche intranquila. El reloj en la mesita de noche marca las ocho de la mañana. Suspiro, agotada, y totalmente decidida en el hecho de que no tiene sentido seguir intentando dormir. Me siento al borde de la cama, los pies desnudos tocando el suelo frío, tratando de encontrar un resquicio de energía para comenzar el día.
La culpa es un peso que se aferra a mi pecho como un ancla. No logro entender completamente por qué me siento así. Tanner era un abusador, un monstruo que me hizo mucho daño, y sin embargo, la culpa sigue ahí, implacable. Me levanto y camino hacia el espejo. Mi reflejo me devuelve la mirada de una chica con los ojos hinchados y enrojecidos, el cabello desordenado. No reconozco a esta persona, esta versión de mí misma que no puede escapar de sus propios pensamientos.
Sin poder evitarlo, mi cabeza me juega una mala pasada, y me lleva a la noche anterior. Solo recuerdo que mi madre llegó a casa y me dio la noticia. Estaba enferma y no había podido asistir al partido de comienzo de temporada. El dolor de cabeza y la fiebre me tenían atrapada en la cama. Pero cuando escuché el ruido en la sala, algo me hizo levantarme. Caminé con cuidado, temerosa de encontrarme con una nueva preocupación.
Allí estaba ella, mi madre, sentada en el sofá con un montón de papeles esparcidos sobre la mesa. Su expresión era de cansancio absoluto, como si hubiera llevado el peso del mundo en sus hombros. Me acerqué en silencio, y ella levantó la vista, con los ojos vidriosos. Me miró y supe que algo terrible había sucedido.
—Cassie, tengo que decirte algo —empezó, su voz temblaba —. El profesor Tanner… Murió.
Sentí un torbellino de emociones. Mi corazón dio un vuelco y luego, inexplicablemente, una sensación de alivio recorrió mi cuerpo. Un alivio inhumano, casi alegre. Esa contradicción me hizo sentir aún más culpable. ¿Cómo podía sentirme aliviada, incluso feliz, por la muerte de una persona, por más monstruo que fuera?
Después de recibir aquella noticia, mi cuerpo se había negado a descansar. Una especie de energía inquieta me mantenía en vela, y la culpa persistía, un intruso que no lograba comprender. Sabía muy bien que no tenía absolutamente nada que ver con la muerte del profesor Tanner, pero la razón detrás de mi sentimiento de culpa era esquiva y confusa. Tal vez era la mezcla de alivio y alegría lo que me atormentaba.
