𝗔𝗡𝗚𝗘𝗟𝗜𝗖 𝗦𝗜𝗗𝗘 ❙ Cassandra Forbes, luego de años alejada decide volver al pueblo donde nació, para cursar su último año de instituto. Al llegar a Mystic Falls, descubre un mundo sobrenatural totalmente nuevo para ella. Vampiros, licántropos...
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CASSANDRA
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QUERIDO DIARIO:
HOY ES DIFERENTE... Me siento más viva, siento como si el sol fuera más brillante, siento como mis pulmones pueden respirar mas fácilmente que en otros días, es como si hoy fuese a suceder algo y no puedo dejarme de preguntar si será bueno o malo.
Por primera vez en mucho tiempo siento como si al fin pudiese estar bien.
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Caroline frunció el ceño con su mirada perdida entre montañas de telas y colores.
—No sé qué ponerme —murmuraba con un tono que rozaba la desesperación.
Su armario, un abismo de prendas cuidadosamente seleccionadas, parecía tragársela cada vez que buscaba algo que llevar.
—Necesito ropa nueva —insistió, mientras sus manos danzaban entre blusas y faldas, descartando una tras otra.
La mire por encima del libro que estaba leyendo con incredulidad.
—Caroline, compras ropa todos los fines de semana —le reproche.
—¡Necesito más! —chilló —. Estar en tendencia y a la moda es demasiado difícil —ella se giró, sus ojos chispeantes de reproche —. ¡Y que la ropa te quede espectacular es una odisea más!
—La ropa te queda de maravilla, Care —le digo, regresando a mí muy interesante lectura. Había estado recostada más de una hora escuchándola quejarse de todo lo que estaba relacionado a su existencia, mientras se frustraba por no encontrar una prenda que le quedará “fabulosa”. Parecía un vagabundo buscado entre la basura un pedazo de pan.
—No lo suficientemente maravillosa como para llamar la atención de Stefan —rodé los ojos de manera exagerada al oír sus intenciones.
—Bueno hasta aquí llegó yo —dictamine cerrando mi libro y parandome de la cama de mi hermana ante su atenta mirada. Me le acerque y le di un suave beso en la frente —. Cualquier cosa que te pongas te quedará espectacular, te debe gustar a ti, no a un estúpido chico —le aclare con delicadeza, viendo sus ojos aguados de la angustia —. Y no te puedo seguir esperando, si me quedo aquí tal vez nunca llegue al instituto —me alejo de ella, hasta la puerta de su cuarto.
—Muy graciosa —es lo último que escucho antes de salir de su habitación.
