Luna Eclipsada

47 10 1
                                    

Hace mucho que no veían luz. Tanto fue el deseo de volver a tenerla que no dudo en forzar la entrada a otro mundo, uno con la luz suficiente, para que Ultropolis volviera a su esplendoroso y arcaico pasado.

"Será simple, explicaré la situación de mi mundo, ellos entenderán." Tal vez eso pasaba por la mente del ser psíquico, el antiguo gobernante de Ultropolis y gobernante de los Ultraentes, Necrozma, cuando forzó la entrada a nuestro mundo. Necrozma entró y llegó a la región de Alola, claro que mucho más antigua que ahora, aún tenían reyes, las variaciones regionales tampoco existían; aquel lugar tan plagado de luz, lo cegó.

En el día, los imponentes reyes tocaban la flauta solar y atraían al león del sol, Solgaleo, y los guerreros pedían su bendición junto a sus “ayudantes”, Tapu Koko y Tapu Bulu, para volver ganadores de las batallas y que las cosechas sean abundantes; por la noche las bellas reinas danzaban al son de la flauta lunar cuya melodía invocaba al murciélago lunar, Lunala, que junto a su “acompañantes”, Tapu Lele y Tapu Fini, rogaban por la prosperidad de Alola y la armonía entre pokemon y humanos.

Solgaleo atraía la luz del sol, Lunala la luz de la Luna, tal vez de otras dimensiones, Necrozma lo sabía, los había visto surcar los terrenos de Ultropolis, resplandeciendo en sus cortos paseos, atrayendo la falsa esperanza de luz a los habitantes de aquel mundo, a ellos podía pedirles un poco, era obvio que les sobraba en ese mundo. Pero no sirvió de nada.

No sabía que debía cerrar el portal, no sabía que la necesidad de luz en sus súbditos era de tal grado que atacaron toda la región, los Tapus atacaron igual, para defender a los humanos aterrados, cuando intentó acercarse a Lunala o Solgaleo, estos furiosos lo atacaron sin considerar, Necrozma cayó en un profundo sueño en algún terreno de Alola, sus súbditos fueron derrotados y obligados a volver a aquel lugar donde su co-gobernante era la oscuridad absoluta.

Nadie sabe que soñó el gran Refulgente en todo ese tiempo, tal vez eran bellos sueños donde Lunala y Solgaleo aceptaron convidarle un poco de luz, tal vez eran pesadillas donde escuchaba los gritos de sus camaradas llorar por no tener nada de luz. Nadie más que él, lo sabe.

Cuando despertó, todo era tan diferente, Lunala y Solgaleo no estaban en ningún lugar de aquel mundo, aquellas molestias, que los humanos llamaban Guardianes Tapu, vivían lejos de ellos, una humana buscaba el modo de entrar a su adorado dominio donde aún vivían sus camaradas… ¡Sus camaradas! Nihilego, Poipole, Pheromosa, Celesteela y el resto, debía verlos, debía saber que estaban bien…

No lo estaban. El mundo sin luz los enloqueció a todos, ninguno lo reconoció, aquellos que fueron sus compañeros en su antiguo Reino oscuro, aquellos que lo siguieron en busca de la esperanza de encontrar un mundo sin oscuridad… ninguno lo recordaba, ninguno recordaba a su antiguo rey y líder.

¿Por qué no lo recordaban? ¿Tanto tiempo había pasado? No lo supo hasta que escuchó a un par de humanos hablar, parecía que hablaban de su reino, Ultropolis, sobre cómo este cayó en la desesperante oscuridad, sobre como ellos planeaban recuperar la luz.

— El refulgente era poderoso, tanto que en el pasado nuestros ancestros fueron ambiciosos y lo usaron para…

¿De qué hablaba? ¿Ancestros…? ¿Pa… sado…? Tal parece que sí había transcurrido mucho tiempo, pero hasta donde recordaba, los humanos lo buscaron si, pero era para aumentar su poder, para proteger a sus amigos, y a Ultropolis, aunque no recordaba lo ocurrido después, recuerda el dolor que los humanos le causaron y el resplandor final que también robó la luz en su hogar. Aparentemente pasó tanto tiempo durmiendo que aquellos humanos fallecieron, y sus crías tomaron su legado… buscar luz y poder.

Luna EclipsadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora