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Son las 12:54 a.m. me encuentro sentada en el jardín de mi casa, mirando hacía la profundidad del bosque.
Me encuentro agobiada, estoy pasando por un mal momento, necesito buscarme a mi misma de nuevo, encontrar las nuevas cualidades y defectos que tengo ahora, después de cuatro años de haberme valorado, había que hacerlo de nuevo.
Por fin decido entrar al bosque y al estar dentro vuelvo a escuchar ese lamento de nuevo... (de alguna manera soy yo, reclamandome al mundo mi espíritu, mi alma por eso es que tengo que ayudar a lo que sea que provenga de ese lugar). Pienso entre mis adentros.
Al seguir caminando veo una pequeña  choza, misteriosa y desgarradora a la vez, desde afuera se puede persivir que hay mucho dolor dentro.
Veo a un hombre salir, su aspecto es aterrador, un poco psicopata y me escondo para que no note mi presencia y cuando veo que está suficientemente lejos decido entrar.
Lo que veo es aterrador, instrumentos de una clínica psiquiátrica, bisturí, cuchillos, guantes y todo para cirugía.
– alguien está aquí— digo
– escucho un sollozo–

Entro a la otra habitación y veo aún joven, lleno de sangre, amarrado, decaído.
No sé que hacer, pero lo ayudaré.

Perdón por la espera, mi conexión a internet no era muy buena.
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