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Como una tortura, Max tuvo que ir el día siguiente a la escuela

Cuando estaba en la clase del Profesor Clarke, el director tocó la puerta indicando que tenía que ir a la oficina

Ahora debía dar explicaciones y lo que menos quería era hablar. Si no le había respondido a sus amigos, menos quería explicarle al director

Cuando Max entró a la oficina se encontró con la silueta de su madre de espalda volteándose rápidamente preocupada, la pelirroja noto desesperación en su expresión mientas que está se mantuvo inexpresiva frente a su madre

—Toma asiento, Maxine

—Max —su tono fue totalmente serio sin ninguna pizca de gracia

El director frunció el ceño y mantuvo silencio hasta que la Señora Mayfield pareció explotar de ira

—Anda, vamos Maxine. Dile que es mentira que eres una tortillera —dijo agobiada esperando la respuesta de su hija

—Tal vez lo soy —se encogió de hombros —A las chicas les gustan las chicas. Nada nuevo

Ira. Furia. Gritos. Chillidos.
Inundaban la oficina en ese momento de parte de la señora Mayfield quien se detuvo gracias al director

Aunque Max se mostraba inexpresiva y lo que recientemente había dicho no tenía ninguna pizca de burla y que sonaba ser muy en serio —lo es— muy en el fondo, tenía miedo, ya no le importaba nada. No le interesaba que dijesen, pero aún tenía miedo, de que le esperaba el futuro

—Señora Mayfield, cálmese —sirvió un poco de agua y se lo dio— ahora, Maxine, nuestra escuela está en contra de la discriminación y busca ser el lugar para todos y que se sientan cómodos —dio una pausa— si sabes quién escribió en el casillero, me aseguraré de darle su merecido castigo. Los obreros están trabajando en tu casillero, por lo cual se te asignará uno nuevo. Pero necesito saber primeramente ante todo, ¿porque comenzó todo esto?

Que más daba

—¡¿Está enferma, que no ve?! ¿Cómo va permitir comportamientos así en su escuela? —chilló Mayfield horrorizada

—Discúlpeme, pero en las reglas de la institución no mencionamos que esté prohibido tener diferente orientación sexual. Nos interesamos en formarlos lo mejor posible para que se acepten los unos a los otros, y lamentó decirle señora Mayfield, que si quería una diferente educación para su hija, hubiese buscado otro lugar —finalizó el Señor Messner

Max sonrió un poco al ver como callaba a su madre

—A ver, Maxine. Explicaciones

—Pues verá, anteayer en la entrada le contaba a mi amigo Will que era lesbiana. Al parecer una chica del club de porristas corrió el rumor y escribieron en mi casillero. Sin mencionar que cuando estaba en el baño y las chicas se cambiaban, Greta me obligó a tocarle una teta acusándome de que yo lo había hecho y diciéndoles a todas que yo era lesbiana y que era un asco. —dijo sin descaro alguno—El día del casillero, almorze en un cubiculo y me echaron basura, ahí fue cuando me encontró apestosa. ¿Lo recuerda, querido director? —asintió— cuando me dieron ropa para cambiarme, ellas mismas me robaron la ropa limpia y dejaron la sucia. Cuando por Dios, pude salir gracias a la coordinadora que me encontró antes de irse y me dio ropa. Eso, señor Messner, es lo que pasa en la escuela. ¿Quería explicaciones? Las tiene —contó todo sinceramente, tal vez se aferraba a consecuencias de que la volviesen a molestar. Pero ya nada le importaba

El director abrió la boca sorprendido ante la honestidad y firmeza de sus palabras

Silencio. Un largo silencio

—Sé que nunca rompes las reglas y que tampoco tiene malas juntas por lo cual te creo totalmente. Hablaré con las chicas y las sancionare. Muchas gracias Maxine, puedes volver a clases

—No te irás por tu cuenta. ¿Me escuchaste? Te irás con Billy —gruñó

—Como sea. Adiós, mami —resaltó la última palabra haciendo que Mayfield soltase un bufido

Las clases transcurrieron y Max seguía sin ganas de hablar con sus amigos. No quería hacer sentirlos culpables por un descuido de que gracias a una de sus conversaciones alguien se hubiese enterado de su secreto

Cuando salió de clases, Billy la esperaba en su auto para ir a casa

Llegaron y Max no estaba totalmente lista de abrir esa puerta y enfrentarse a sus padres porque ante todo, eran sus padres y cualquier cosa tan honesta y dolorosa que dijesen, desmoronaría a Max

Entraron y Billy se fue, dijo que iría a salir con un amigo

Sus padres no estaban en la sala, por lo que subió a su habitación

Cuando abrió la puerta se encontró con su madre sentada en su cama

—Ma...

—Hola, Max —dijo dulcemente

Max algo confusa abrió su closet para cambiarse de ropa. Cuando se encontró con diferentes vestimentas que no iban acorde a ella. Entre ello habían pantalones, shorts, blusas cortas o algunas ajustadas y sobre todo había mucho color rosa y colores chillantes, zapatillas totalmente contrarias a sus converse. Su patineta, no estaba donde generalmente la ponía

—¿Qué pasó aquí? —arrancó un vestido mientras lo apretaba con su mano furiosa

—Te enseñaré a ser una señorita, Max. Boté aquel pedazo de madera —se refería a su patineta y eso enfurecía cada vez más a la pelirroja— y sobre todo, ya no más ir a los videojuegos. Ahora tomaras clases de danza

Sus pósters ya no estaban

—Esto es ridículo —murmuró aguantándose de gritarle a los cuatro vientos

—Querida, mi amiga es psicóloga. Me dijo que tal vez un cambio radical cambiará tu estupida forma de pensar

—Pues tu amiguita la psicóloga habla pura mierda ¿sabes? Nada me hará cambiar, aunque me comprases todos los vestidos rosas del puto universo y me pongas las 24 horas del día a estar en Ballet. ¿No ves lo absurda que eres? —su madre le encestó una cachetada, Max soltó un quejido por el dolor

—¿Sabes qué te hará cambiar? Ya no serás amiga del marica de Byers y Wheeler y tampoco volverás a tener teléfono hasta nuevo aviso. No hasta que cambies —sonrío maliciosamente— y sobre todo te prohibo ver a Jane Hopper

Girls like girls {Elmax}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora